.
Analistas 17/10/2018

Bonos verdes

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Los desafíos planteados por el cambio climático han venido suscitado preocupaciones a nivel global por cuenta de la urgencia de acciones significativas para contener sus efectos nocivos. Hoy las estimaciones sobre los efectos del cambio climático sugieren que se debe trabajar rápidamente en encontrar soluciones de bajo costo que estimulen el crecimiento económico sostenible.

Como parte de estos objetivos, los mercados financieros han puesto sobre la mesa vehículos de financiamiento para materializar con prontitud las inversiones estratégicas que se deban realizar para hacer frente a estos retos.

La financiación verde o Green Finance promueve, en este contexto, la creación de mecanismos de financiamiento a través del mercado de capitales, permitiendo financiar fácilmente los diferentes proyectos que apuntan a luchar contra el cambio climático y otros objetivos conexos. Su objetivo no es otro que el de articular las necesidades de inversión y los recursos de mercado y ofrecer opciones que compitan satisfactoriamente frente a otros instrumentos.

El Banco Mundial ha destacado recientemente el rápido crecimiento de este mercado de financiamiento de proyectos “verdes”, proyectando que entre 2015 y 2030 será necesario realizar una inversión cercana a US$93.000 millones en infraestructura resiliente al clima y baja en carbono, principalmente en países en desarrollo y de ingreso medio, para atenuar los problemas ambientales, sociales y económicos del cambio climático.

En el contexto de la financiación verde, el instrumento financiero que ha tenido mayor impulso en los últimos años son los bonos verdes. Este producto ha sido acogido por los actores de mercado con enorme agrado y apetito, basado en su facilidad y transparencia, sin limitar las posibilidades de la estrategia financiera.

Bien hay que señalar que un posible inversor de bonos verdes no solo debe evaluar los aspectos financieros del bono como tiempo de retorno, interés, precio o calidad crediticia del emisor, sino valorar la información sobre cuál va a ser la destinación específica de los recursos y cuál es su rédito ambiental como parte de su agenda de inversión.

Gracias a la profundización de este mercado se han promovido las energías limpias, la conservación de especies, la adaptación y las acciones para mitigar al cambio climático.

En 2017, el Climate Bonds Standard (CBI) celebraba la amplia capitalización del mercado de bonos verdes, que alcanzaba los US$70.000 millones en emisiones, enfocadas mayoritariamente a apalancar proyectos del sector energético y transportador.

En Colombia, el sector financiero ha liderado esta estrategia de financiación, destacándose las emisiones hechas en los últimos años por la banca pública y privada, cuyos montos emitidos superan el billón de pesos. Igualmente, cabe señalar que recientemente Epsa se convirtió en la primera empresa del sector real en emitir este tipo de bonos, con el fin de financiar programas de energías renovables en el país.

El sector privado, en buena hora, ha comenzado a interiorizar que la masificación de los bonos verdes no solo provee parte de la financiación requerida para los fines mencionados, sino que además representa una atractiva alternativa de inversión para los diferentes agentes del mercado.

Sin duda, hoy las enormes preocupaciones en materia climática y la necesidad de actuar con celeridad en este frente nos invitan a promover la profundización de este tipo de mecanismos de financiamiento verde, unos instrumentos que comenzarán a dejar réditos climáticos importantes en el mediano plazo.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA