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Puede ser positivo evaluar el riesgo al que el Gobierno Petro ha sometido el crecimiento, el progreso y la viabilidad del país. Transcurridos casi dos años, bajo el régimen de izquierda progresista y el establecimiento de políticas económicas anti liberales, ya no es percepción ver la alteración y la repercusión del “errado comprender” del bienestar social.
Es positivo que la espuria teoría del decrecimiento o la visión de anti progreso adoptada irresponsablemente por el gobierno, haya obtenido ya sus cosechas. Entre ellas, y con simple visión económica, una profunda desaceleración que no cede en este año, una caída estrepitosa de la industria, el comercio, la vivienda, las exportaciones, la inversión privada y el turismo interno. Así también se registra una baja en los ingresos fiscales y la caída de las regalías departamentales en más de 80%.
Es positivo aceptar que la infelicidad, la injusticia, la frustración o la indignación, siendo emociones muy negativas, hacen parte de un funcionamiento psíquico que, en el caso social y cultural de los colombianos, ha permitido la florescencia de eventos tan magnos y extraordinarios, como las marchas y protestas que se desplegaron en contra del gobierno y del presidente Petro. Estas masivas expresiones del pueblo, en defensa de la democracia, se han levantado contra el proceder mezquino, poniendo nombres propios a realidades creadas y promovidas por ciertas lacras de la actualidad política.
Es positivo que estas emociones negativas generalizadas, sean las que hoy nos unen y hermanan, a pesar de las infinitas e históricas desavenencias como sociedad, y nos impulsen en la lucha por buscar la salida a este caldo de cultivo en el que nos hemos convertido para aprovechamiento del gobierno actual.
Aunque no se trata de romantizar el sufrimiento, han sido en definitiva las emociones y sentires dolorosos los que han unido a Colombia en los momentos más aciagos en la búsqueda de reconquistar su dignidad. El dolor concientiza y obliga al ser humano a salir en la búsqueda de mecanismos que lo mitiguen o lo desechen siendo la solidaridad un probado mecanismo de soporte.
Es positivo que todas estas calamidades, escándalos clamorosos de corrupción, malas decisiones, mentiras y burlas de este Gobierno, le estén ocurriendo a un supuesto proyecto de cambio y prosperidad. Un proyecto del llamado socialismo Siglo XXI que a su paso va dejando más pobreza, injusticias y desesperanza.
Puede ser positivo que la desazón ciudadana termine por condenar este experimento político cargado de ideología totalitaria entre ricos y pobres; burguesía y proletarios; izquierda y derecha; en un discurso de odio y resentimiento.
Sobre esta manera de enredar y engañar, basta recordar la advertencia que hace el Papa Francisco a esta clase de modelos políticos. Al asegurar que: “gobernar con ideologías no sirve, termina mal. Las ideologías tienen una relación enferma con el pueblo, no lo asumen y terminan siempre en dictaduras. Piensan por el pueblo, pero no dejan pensar al pueblo”.
Una operación triple propósito: recolectar caja que tape el malgasto desmedido y le de liquidez al gobierno en un año electoral para poder consolidar el modelo económico SSXXI de su propuesta constituyente
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