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Analistas 04/05/2018

Paradoja laboral

Sandra I. Fuentes Martínez
Directora Grupo SAF- Colombia

El trabajo es la fuente de desarrollo y sustento para el buen vivir de toda persona. Se entrena y estudia para asumir un empleo, la mayor parte del tiempo de la vida productiva se dedica a trabajar y surge siempre la pregunta ¿se vive para trabajar o se trabaja para vivir?

Se busca tener un trabajo decente. Para la Organización Internacional del Trabajo, tener un buen trabajo o un empleo digno, el trabajo que dignifica y permite el desarrollo de las propias capacidades, no es cualquier trabajo. No es decente el trabajo que se realiza sin respeto a los principios y derechos laborales fundamentales, ni el que no permite un ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado, sin discriminación de género o de cualquier otro tipo, ni el que se lleva a cabo sin protección social, ni aquel que excluye el diálogo social y el tripartismo.

Frente a este deber ser del trabajo decente, existen dos retos para las organizaciones: el primero, tener la capacidad de empleabilidad para brindar oportunidades al mayor número de personas con el perfil que demandan, y segundo, tener la voluntad política y de gestión para ofrecer las condiciones dignas y de respeto de un buen trabajo donde permita a sus colaboradores desarrollarse y aportar a la sociedad.

En relación con la capacidad de empleabilidad, el desafío mundial cada vez es mayor porque se estima que para 2018 más de 192 millones de personas sigan desempleadas, casi cuatro veces la población total de Colombia. En lo particular, América Latina y el Caribe aporta a esta cifra 26 millones, donde cerca de 10 millones corresponden a desempleo juvenil, es decir, uno de cada cinco jóvenes en la fuerza laboral no consigue trabajo en la región (Datos de la OIT).

Por otra parte, es recurrente encontrar que el nivel de satisfacción del empleo actual sea bajo, lo que se refleja en los altos niveles de rotación, en las urgentes, pero poco efectivas estrategias realizadas por las empresas para que sus colaboradores tengan más sentido de pertenencia y, por ende, sean más productivos. Esto lo ratifica el reciente estudio del observatorio laboral de la Universidad del Rosario sobre satisfacción del empleo en Colombia, donde analiza componentes de satisfacción del contrato de trabajo, calidad de empleo y compatibilidad de este con la vida personal. Los resultados demuestran que 22,1% de asalariados y 22,7% de cuenta propia desean cambiar de empleo, es decir, uno de cada cuatro colombianos ocupados quiere cambiar de trabajo.

Desde una mirada sectorial, la Administración Pública es donde se presenta mayor inconformidad con un 38,1%, le sigue el sector de educación con 33,9%, comercio con 28,7%, construcción con 28,6%, servicios con 28% e industria con 27,8%.

Estamos frente a una paradoja laboral, cuesta trabajo conseguir trabajo, pero a su vez cuando se consigue se quiere cambiar por la insatisfacción de las expectativas no cubiertas. Frente al carente sentido de pertenencia y satisfacción laboral, la mirada posiblemente no es hacia los colaboradores, sino hacia la organización misma que necesita hacerse una autoevaluación crítica de sus políticas, de la manera como planea y gestiona el desarrollo humano de sus colaboradores, de la forma como a veces exige cumplimiento de resultados sin proporcionar herramientas, procesos y entrenamientos pertinentes, y del concepto que tiene para alcanzar la dignificación del trabajador desde las relaciones basadas en el buen trato y la confianza.

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