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Analistas 19/05/2016

El retorno del aislacionismo

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
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En varias naciones occidentales se observan manifestaciones de inconformidad con las implicaciones del ordenamiento económico internacional actual. Esa inconformidad puede tomar la forma de movimientos regionales separatistas, tales como el de Cataluña en España o el de Escocia en el Reino Unido. También puede expresarse como el rechazo a los esquemas de integración multinacional.  Así sucede con la consulta popular que tendrá lugar en junio acerca de la conveniencia de que el Reino Unido se retire de la Unión Europea. El eventual triunfo de la opción separatista, además de debilitar la economía y la influencia internacional del Reino Unido, implicaría un serio retroceso para el proceso de unificación europea.

El tema del aislacionismo ha adquirido actualidad durante el inicio de la campaña presidencial en Estados Unidos. Para enfatizar su mensaje de nacionalismo a ultranza, el aspirante a la candidatura por el partido Republicano, Donald Trump, ha anunciado que el tema central de su administración sería la consigna America First. Esa consigna no es original. Tiene antecedentes controversiales en el grupo America First Committee, fundado en septiembre de 1940 para tratar de impedir la participación de Estados Unidos en la guerra europea. Uno de sus dirigentes era el aviador simpatizante de la Alemania Nazi, Charles Lindbergh. 

El discurso aislacionista de Trump tiene un aspecto económico que vincula las preocupaciones de sus electores con las importaciones y con la actuación de los socios comerciales de Estados Unidos. Tiene un aspecto de antagonismo entre civilizaciones que conllevaría la expulsión masiva de inmigrantes, construir un muro en la frontera con México y  prohibirles a las personas de religión musulmana el ingreso a Estados Unidos. El aspecto geopolítico cuestiona los compromisos existentes con la seguridad de las naciones europeas, de Corea del Sur y de Japón. La puesta en vigencia de estas ideas implicaría desarticular el andamiaje internacional construido a partir de la Segunda Guerra Mundial por iniciativa de Estados Unidos, incluyendo las Naciones Unidas y las instituciones que regulan las finanzas y el comercio a escala mundial.

Estos planteamientos han provocado desconcierto entre los gobiernos de naciones amigas así como a nivel interno. El primer ministro británico, David Cameron, calificó de estúpida la propuesta de prohibirles a los musulmanes el ingreso a Estados Unidos.  Los expresidentes George H. Bush y George W. Bush han anunciado que no asistirán a la convención del partido Republicano en julio.  El presidente Barack Obama, cuya ciudadanía fue puesto en duda por el promotor de casinos neoyorquino, ha pasado a la ofensiva.  Describió las credenciales diplomáticas de Trump como su familiaridad con las candidatas a Miss Universo. Afirmó que la ignorancia no es una virtud.

Sería inusitado que el partido Republicano estuviera dispuesto a incorporar la retórica xenófoba desplegada durante las elecciones primarias al programa de gobierno que se propondrá en noviembre. Sea eso como fuere, la propuesta aislacionista de Trump implica repudiar el consenso bipartidista de los últimos 75 años acerca de las responsabilidades  internacionales de Estados Unidos.
 

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