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Analistas 06/04/2017

Disenso del pesimismo

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
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A personas amigas que han solicitado mi opinión acerca de la situación del país en días recientes, les he respondido que estoy en desacuerdo con el grado de pesimismo que proyectan algunos analistas y las redes sociales.  En el clima actual de polarización política, disentir de lo que amenaza en convertirse en la sabiduría convencional es de por sí un motivo de controversia que habrá de provocar la ira de los aficionados a lo que Alberto Lleras llamaba la profecía trágica.  Antes de explicar las razones por las cuales discrepo de quienes pintan un cuadro económico y social catastrófico, hago explícitas las premisas desde las cuales formulo una visión alternativa:

• Le asigno importancia a transformaciones y tendencias de largo plazo que se pierden de vista en el debate cotidiano acerca de cuestiones coyunturales.

• Trato de evaluar el desempeño colombiano teniendo presente el contexto internacional y comparándolo con el de otras naciones emergentes. En vez de enfatizar lo mucho que falta para alcanzar el nivel de bienestar de los países escandinavos, considero que la comparación relevante es con la situación de años anteriores y la de países similares.

• Mi evaluación puede estar equivocada, pero no hace parte de un programa partidista o de determinada agenda electoral. Veo con preocupación la forma como movimientos de extrema tratan de capitalizar el sentimiento de descontento para sus propios fines. Reconozco  mi desconfianza visceral hacia los móviles de quienes ofrecen salvar la patria y moralizar las costumbres con mano dura. 

Un fenómeno de largo plazo que tiende a pasar desapercibido por los voceros del pesimismo, es el hecho que Colombia está recogiendo los beneficios de la transición demográfica. La población entre las edades de 15 y 65 años está creciendo a mayor ritmo que la de cero a 15 años de edad y la de más de 65 años de edad, la denominada población dependiente.  Esta modificación favorable de la relación entre población en edad laboral y población dependiente tiene consecuencias significativas sobre los recursos destinados a la educación de las nuevas generaciones y sobre el nivel de bienestar.  

El bono demográfico ha sido un aliado eficaz de los programas gubernamentales de bienestar social.  Los indicadores de salud, educación, condiciones de vida y disminución de la violencia confirman la notable mejoría que ha tenido lugar. El comportamiento positivo del mercado laboral y de la capacidad de compra de los hogares ayuda a explicar la expansión que se observa de las cadenas de grandes almacenes a ciudades de tamaño intermedio.  

La inserción del país en la economía mundial ha creado una simbiosis entre el aparato productivo nacional y el capital, la tecnología y los mercados extranjeros. A través de un proceso de ensayo y error se ha logrado diseñar un marco de estabilidad macroeconómica.

Lo anterior no debe entenderse como un intento de minimizar los problemas existentes ni de soslayar falencias de diverso orden.  Refleja el convencimiento de que es preferible enfrentar los retos del desarrollo con ánimo constructivo.

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