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Analistas 26/07/2022

¿Estallido mundial?

Paula García García
Conductora Red+Noticias

Acabó el aguante. Separadas por kilómetros de distancia, pero unidas en sus reivindicaciones, cientos de voces se levantan a lo largo y ancho del hemisferio. Una sincronía no planeada que tampoco es casual. Mientras los líderes mundiales acumulan alertas, sin ofrecer suficientes respuestas, el mundo se asfixia y el complejo panorama promete empeorar.

Hay hambre, carestía, escasez y una baja notable en el poder adquisitivo. El mercado en los hogares se torna cada vez más austero y con el transcurrir de los días se acentúa la debilidad de las monedas frente al dólar. El peligroso coctel se alimenta del que parecería un retroceso con final lejano. Un desbarajuste que comenzó con la pandemia y recrudeció el conflicto en Europa del Este.

Millones de personas galopando en contra de la subida de precios, haciendo el quite a créditos que desangran y cansadas de soportar los traumatismos en las cadenas de suministros, llevarán a los gobernantes a enfrentar duras pruebas. La realidad retará las populistas promesas y aumentará la presión para que los discursos, en el papel tan vibrantes, se materialicen en rápidas soluciones.

Cuando el bolsillo se reciente y la comida en la mesa empieza a ser la gran ausente, el instinto, implacable, domina hasta que enceguece. Ocurrió en Sri Lanka, empieza a manifestarse en Argentina e intenta sortear Panamá. Desahuciados por la corrupción y las desproporcionadas alzas que en un año duplicaron hasta el valor del arroz, en la pequeña nación insular dijeron: ¡basta ya!. Un escenario que los argentinos contemplan ahogados por una inflación interanual de 60,7% y que ya transitan los panameños poseedores del mayor índice de desigualdad en Centroamérica.

Nuevas olas de hastío se levantan y surgen inquietantes cuestionamientos: ¿Serán las únicas? ¿Qué podría contener la avisada turbulencia? ¿De qué depende que el estallido, aún en ebullición, se extinga o se transforme en una reacción en cadena?

828 millones de personas, reporta la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), padecen hambre alrededor del planeta y 84 millones de niños y jóvenes, a 2030, seguirán sin acceso a procesos formativos, revela con preocupación la Organización de Naciones Unidas para la Educación (Unesco). Las alarmas están sobre la mesa. No obstante, en un entorno que disfruta posar de desentendido, las advertencias se desprecian.

En medio del débil acuerdo para retomar la exportación de cereales, sin fertilizantes y con el que apunta a convertiste en un manipulado suministro de gas para los europeos, varios pescan en río revuelto. Rusia reafirma su postura bélica en tanto occidente exhibe una preocupación que aprovecha para crecer su poderío en seguridad y defensa. Aunque son claras las consecuencias de prolongar la tensión que desató la invasión a Ucrania, las decisiones geopolíticas revelan los verdaderos intereses. Todo indica que, por ahora, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, deben esperar. Sobre ellos no hay afán.

Sin embargo, subestimar la fatiga colectiva resulta riesgoso. Se avecinan tiempos de máxima exigencia en los que las necesidades insatisfechas pondrán en la mira la gestión pública. Los pueblos intensificarán sus demandas y querrán ver de sus dirigentes voluntad y sacrificios. De seguir mirando para otro lado, una bomba social a escala global, en cualquier momento, podría detonar.

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