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Analistas 31/03/2014

Ignorando la evidencia, y esperando la inflación

Foto: Samuel Aranda para The New York Times
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Noah Smith, profesor de finanzas de la Universidad de Stony Brook, escribió en su blog recientemente sobre el “macro canon de finanzas”. Se trata de la visión de que la impresión de dinero y los déficits llevan inexorablemente a inflación descontrolada, además de otros argumentos variados sobre por qué el dinero fácil es algo terrible, incluso en una economía deprimida (puede leerse aquí: bit.ly/1d5QpBI).

Y el Sr. Smith tiene razón; esa visión sigue siendo dominante en gran parte de Wall Street. He tenido varias conversaciones recientes con gente de la industria financiera (incluyendo a corredores) que hablan con cierta admiración sobre el fracaso de materialización de la inflación alta y el desplome del dólar, porque “todos los expertos” les dijeron que debían esperar ese resultado. Cuando terminé en 2012 en “Squawk Box”, de CNBC, con Joe Kernan, él me describió como “unicornio”; no podía creer que hubiera alguien que no creyera que los déficits y la relajación cuantitativa fueran a llevar a una rápida perdición.

Ahora bien, es interesante notar que el dinero realmente inteligente de Wall Street no compra este canon. Jan Hatzius, economista en jefe de Goldman Sachs, y el resto del grupo económico de ahí se está basando en un marco macroeconómico subyacente bastante indistinguible del mío, y consistentemente han menospreciado los riesgos del dinero fácil y los déficits. Pero los grandes ignorantes con trajes Armani aparentemente no lo saben; piensan que “todo mundo” comparte su visión de primavera de Weimar.

Lo que hace que esto sea aún más peculiar es la forma en que el canon sigue dominando pese a habar fallado la prueba de realidad de la forma más dramática posible.

El déficit presupuestal como porcentaje del producto interno bruto y la tasa de crecimiento de la base monetaria (moneda más reservas bancarias) en Estados Unidos explotaron a niveles inusitados durante los últimos años, aunque la inflación no fue a ningún lado, y de hecho está por debajo de la meta de la Reserva Federal.

Entonces, ¿cómo puede ser que este desastroso fracaso de las predicciones del canon no haya hecho mella en su dominio, especialmente cuando los unicornios predecíamos exactamente este resultado?

De hecho, un comentario al margen sobre el fracaso de las predicciones: hay de fracasos a fracasos. Algunas personas parecen pensar que un evento como la ligera recuperación de España de este año (las mejores estimaciones actuales dicen que podría crecer 1.5 por ciento) es un fracaso para los críticos de la austeridad de la misma forma en que la ausencia de inflación descontrolada es un fracaso del canon financiero. Pero muchos factores pueden hacer que la economía crezca uno o dos puntos porcentuales por arriba o por debajo de lo pronosticado. Por otro lado, si alguien cree que los precios deberían moverse proporcionalmente con la base monetaria, simplemente no hay forma de racionalizar un crecimiento de tres dígitos en el dinero asociado con 2 por ciento o menos de inflación.

De cualquier forma, ¿qué yace detrás del persistente atractivo del canon?

El interés de clase discutiblemente explica las exigencias de política: endurecer el dinero es lo que los rentistas siempre quieren. Pero la mayoría de los consumidores de este mal análisis intenta ganar dinero, no influencia política, ¿así que qué ganan?

El Sr. Smith sugiere que se trata de la necesidad de la ilusión del conocimiento; pero eso en sí mismo no explica por qué los locos por el estándar de oro deberían dominar tan completamente. ¿Por qué el tipo de gente que escuchó a comentaristas como Peter “híper inflación para 2010” Schiff no ha cambiado a alguien como, digamos, el economista Warren Mosler?

De cierta forma debe ser algo político; el canon apela a cierto tipo de prejuicios, particularmente a prejuicios de hombres blancos viejos y encolerizados con dinero para invertir. Pero sigue siendo sorprendente lo poco que sen han mellado estos prejuicios por su imposibilidad para superar la prueba más decisiva del mundo real que pudiera imaginarse.

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