MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
“El Estado debe controlar sectores estratégicos de la economía”, le dijo el candidato Iván Cepeda a un grupo de empresarios convocados recientemente por una importante asociación de gremios empresariales. Así, tranquilamente. Como si fuera lo más natural del mundo.
Lo será para él, quizás. Cepeda se crío en la Cortina de Hierro. En Checoeslovaquia, en Alemania Oriental y en Cuba. Estudio filosofía marxista en Bulgaria en 1988. Fue y es miembro del Partido Comunista Colombiano. Su padre impulsó la “combinación de formas de lucha” promovida por el secretariado de la organización desde mediados de los años sesenta y que causó la violencia que aún padecemos.
Cepeda es un cuadro comunista y los apparatchiks comunistas consideran que los medios de producción deben estar en cabeza del Estado.
Es parte de la teoría marxista para organizar la sociedad. De hecho, fue propuesta por Yevgeni Preobrazhensky, un economista bolchevique al servicio de Lenin, quien propuso el control de las “alturas dominantes” de la economía para llevar a cabo las reformas que consolidaron la destrucción del capitalismo ruso.
¿Cuáles son los sectores estratégicos de la economía? Pues la banca, las telecomunicaciones, el sector energético, los hidrocarburos, la infraestructura vial, los servicios públicos, la industria pesada, la educación y la salud. Eso para empezar. En Colombia también el agro y la construcción de vivienda. Cepeda inclusive ha propuesto la eliminación de la agroindustria para ser reemplazada por cooperativas campesinas. Es decir, propone la colectivización de campo en la mejor tradición de Stalin y de Mao.
Para lograrlo impulsará su asamblea constituyente corporativista. La misma Convención Nacional que el ELN ha propuesto desde hace 30 años. No se puede asumir el control de los sectores de estratégicos de la economía colombiana sin desmontar el marco constitucional del consenso de 1991. Y lo logrará inventándose teorías extralegales inspiradas en marxistas europeos, como Antonio Negri, un miembro de las Brigadas Rojas que ahora funge como padre intelectual de las ideas proto constituyentes impulsadas por el petrismo.
El sector privado de Colombia ya está advertido. Si Cepeda gana las elecciones del año entrante empezará su destrucción. Lo ha dicho claramente. La formulación hasta ahora planteada por el candidato no permite que en manos de particulares quede algo diferente a una tienda de barrio, una huerta o un montallantas. Los demás será colectivo o estatal.
Todo esto suena a exageración. Nadie en pleno siglo XXI, con economías globalizadas, IA y finanzas interconectadas sería tan torpe de reencauchar modelos estatistas fracasados, dirán. Pero eso es exactamente lo que intentó hacer Maduro, Evo y los Kirchner. Y en lo que los momios cubanos insisten a pesar de que su país está regresando aceleradamente a las postrimerías del siglo antepasado. No se puede subestimar el poder nostálgico de las utopías. Siempre habrá quien las añora a pesar de sus consecuencias. Cepeda es un rojo rojito, como decía Chávez, y si es presidente hasta ahora nada indica que dejará de serlo.
Rendir cuentas, entonces, no es solo presentar balances. Es demostrar que la alianza público-privada puede ser una herramienta ética y eficaz para cuidar la ciudad y activar el territorio
Nunca me tocó de cerca la discusión sobre si es más importante el árbol o el pesebre, pero en la Europa cristiana el debate está servido
‘La vacuna contra la insensatez’, es el libro en el que ese profesor y filósofo, José Antonio Marina, analiza cómo pensamos, porque nos equivocamos de manera tan previsible