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Analistas 25/06/2019

La necesidad de innovar en RSC

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

Basta conectarse a cualquier red social para detectar un malestar de los ciudadanos de toda Iberoamérica con sus gobiernos y administraciones. Existe miedo ante el futuro de las pensiones, sobre todo en España por el envejecimiento de su población. Existe inquietud ante la posibilidad de que la transformación digital acabe con 70% de los empleos actuales. Y hay desencanto, cuando no profundo enfado, por ese ‘tsunami’ que ha arrasado credibilidad y confianza de los ciudadanos en instituciones y políticos y que es la corrupción. Y sabemos que la incertidumbre es el peor enemigo del desarrollo económico.

Pero más grave que ese malestar es el hecho de que los responsables públicos no están promoviendo los cambios que se necesitan para superar esos desafíos. No es una opinión: el disgusto es real. Y este contexto es el caldo de cultivo para que surjan movimientos políticos que ponen en riesgo a las empresas y su capacidad para crear riqueza. En esta situación, mantener el diálogo es clave.

Y en este punto, creo que los empresarios debemos preguntarnos ¿qué pueden hacer nuestras empresas por nuestro país? Y cuando digo país, me refiero a la comunidad en la que nos desenvolvemos. La respuesta es que tenemos que adquirir un compromiso real y sincero con la sostenibilidad social y económica de nuestras naciones.

Por ejemplo, en México, bajo el lema “por el bien de todos, primero los pobres”, López Obrador conectó con ese descontento y ausencia de confianza. Ante esta situación los empresarios han dado un paso al frente para ofrecer respuestas. A comienzos de año, el presidente del CCE de México y miembro del Comité Asesor de Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (Ceapi), Carlos Salazar, ofreció delante del líder mexicano esa colaboración entre iniciativa pública e iniciativa privada para abordar un reto social de increíbles dimensiones: acabar con la pobreza extrema en seis años.

Este cambio de actitud del empresariado ha generado una corriente positiva. Y ya empiezan a verse otros ejemplos en el propio México, donde los bancos se han comprometido con la mejora de la productividad de la principal cuenca lechera, mediante líneas de ayuda a los ganaderos para que renueven la cabaña por una raza de vacas que ofrecen mayor rendimiento.

Y se me ocurren otras iniciativas similares en las que las empresas pueden ser proactivas a la hora de ser útiles a la sociedad. Se trata de ejercer esa responsabilidad social corporativa encendiendo el radar para detectar proyectos e iniciativas propios de cada país y vinculados con la realidad en la que se desenvuelven las empresas, favoreciendo un retorno en forma de progreso de ese esfuerzo solidario hay que impulsar una solidaridad productiva que contribuya a generar riqueza y bienestar compartido.

Esta nueva forma de activismo y compromiso empresarial será objeto debate en el III Congreso Ceapi, que bajo el lema ‘Iberoamérica: disrupción e innovación’ se celebrará en Madrid entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre. En el evento participarán los mejores expertos en la materia. Es el caso de Mireya Cisneros, empresaria de éxito que ha promovido la innovación en el ámbito de la responsabilidad social corporativa, impulsando proyectos disruptivos y generando alianzas estratégicas con otras instituciones, como Fundación Carlos Slim.

Hoy los ciudadanos demandan empresarios comprometidos con el bienestar de la sociedad. Y ha llegado el momento de estar a la altura de sus expectativas. No hay tiempo que perder.

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