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Analistas 18/03/2020

Educación en Colombia: Avances en cobertura y desafíos en calidad

Mauricio Santa María
Presidente de Anif

*Con la colaboración de Mauricio Santa María S, Carlos Felipe Prada, Ekaterina Cuéllar y Gabriela Paz

Es un hecho que Colombia ha mostrado importantes avances en la cobertura educativa durante los últimos años. Por ejemplo, la cobertura neta en educación media pasó de 62% a 72% durante el período 2005-2018, y en superior de 34% a 52% (aunque solo se cuenta con un 32% de estudiantes en programas técnicos-tecnológicos). Esto se refleja en ganancias en los niveles de escolaridad, que realmente han sido muy positivos en los últimos 35 años. En efecto, los años promedio de educación de la población mayor a 25 años en las 7 principales ciudades llegó a 10,4 en 2018 comparado con 7 en 1984.

En estos avances ha jugado un papel clave la implementación de programas-medidas encaminadas a fomentar-garantizar el acceso a la educación, entre las que se destacan: (i) las transferencias condicionadas de “Familias en Acción”, impulsando la asistencia y permanencia escolar; (ii) la prestación de servicios educativos por parte de entidades privadas cuando la oferta pública de educación básica-media es insuficiente (Ley 1294 de 2009), con la habilitación del esquema de “Colegios en Concesión”; (iii) la reglamentación de la gratuidad educativa para los estudiantes en los niveles de educación preescolar, básica y media (Decreto 4807 de 2011); y (iv) los programas de acceso a educación superior “Ser Pilo Paga” (beneficiando a 40.000 estudiantes durante 2014-2018) y “Generación E” (con la meta de beneficiar a 352.000 estudiantes en 2019-2022). Todo esto ha estado acompañado por un mayor gasto público en educación, bordeando valores del 4,5% del PIB en 2018-2019.

Sin embargo, hay dos elementos sobre los cuales se debe llamar la atención. El primero es que no existe cobertura universal hasta el grado noveno (frente a los niveles actuales de 72%). Y segundo, siendo este el principal reto en materia educativa, falta mejorar significativamente en calidad. Sobre este último punto es nuestro comentario de hoy.

Los resultados más recientes de las pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) del año 2018 muestran que Colombia se encuentra rezagada respecto a los niveles observados en países miembros de la Ocde, e incluso con relación al registro de América Latina. En efecto, el puntaje de Colombia en esas pruebas fue de 406, inferior al promedio de la Ocde (488), y a los registros de Chile (438) y México (416), solo superamos a Perú (402). Algo similar ocurre al compararnos con otros países con ingreso per cápita similar, por ejemplo, Serbia registró un puntaje promedio de 442 en 2018 (muy superior al de Colombia).

De hecho, entre los 79 países que participaron en las pruebas de 2018, Colombia continuó ocupando los últimos lugares en las tres competencias evaluadas: lectura (puntaje 412, puesto 60), matemáticas (391, 70) y ciencias (413, 63). Además, el porcentaje de estudiantes con bajo desempeño (low achievers) continuó en niveles elevados del 50% en lectura, 65% en matemáticas y 50% en ciencias.

Todo lo anterior resalta la importancia de continuar trabajando en mejorar la calidad educativa en Colombia. Al respecto se han venido discutiendo diferentes propuestas, destacándose la implementación de la jornada única (actualmente cubriendo solo al 10%-15% de estudiantes en colegios oficiales), con resultados favorables en el desempeño académico (Bonilla, “Doble jornada escolar y calidad de la educación en Colombia”, 2014), y menores tasas de deserción y repetición (García et al., “Does lengthening the school day reduce the likelihood of early school dropout and grade repetition: Evidence from Colombia”, 2013).

Además, se debe avanzar en una política enfocada en la calidad de los docentes, que permita atraer mejores profesionales y aplicar instrumentos de evaluación de los mismos, tal como lo han recomendado los estudios de la Fundación Compartir (“Tras la excelencia docente”, 2014) y Barrera et al. (“Calidad de la educación básica y media en Colombia: diagnóstico y propuestas”, 2012). En este frente, la investigación ganadora de la tercera edición del Premio en Políticas Públicas “Luis Carlos Sarmiento Angulo - Anif” también plantea, entre sus principales recomendaciones, el fortalecimiento de la efectividad pedagógica de los docentes. Esto a través de buscar la excelencia en la formación y las herramientas para los docentes (pedagógicas, curriculares y de tecnologías de la información), y fortalecer la institucionalidad de los colegios (ver http://anif.co/sites/default/files/investigaciones/20180627_informe_final_-_premio_lcsa.pdf).

En síntesis, Colombia ha mostrado importantes avances en cobertura educativa durante los últimos años, con niveles de escolaridad de la población mayor de 25 años en las 7 principales ciudades de 10,4 años en 2018 (+3,4 años frente a lo registrado en 1984). Sin embargo, persisten los retos en calidad educativa, tal como lo muestra el desempeño del país en las pruebas PISA durante 2006-2018. Al respecto, estudios académicos han encontrado que mejorar la calidad docente resulta ser la política de mayor impacto sobre el desempeño estudiantil.

Para esto se ha propuesto trabajar en: (i) formación previa y promoción de la carrera docente entre estudiantes sobresalientes; (ii) evaluación continua con retroalimentación, estrategias de mejoramiento y reconocimiento a docentes con buen desempeño; y (iii) remuneración competitiva sujeta a los resultados de las mencionadas evaluaciones.

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