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Analistas 04/08/2021

Una vacuna contra

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

No vengo a presumir razones para vacunarse contra el covid-19. Es muy importante, sí, pero hay otras dosis que pueden salvar vidas, nuestra coexistencia como seres humanos, nuestra posibilidad de ser una sociedad civilizada e incluso evitarnos el peligro de un país inviable. Vengo a pedir una vacuna contra los irresponsables. Los que no calculan las consecuencias de los 280 caracteres de Twitter. Una vacuna contra los ligeros que no cuidan su mensaje y confunden un “las vacunas no sirven” con un “salga a vacunarse ya”.

Una vacuna contra los científicos de las redes sociales que, con diplomas de derecho, economía o administración, se atreven a elaborar teorías epidemiológicas en hilos de Twitter. Contra los que explican a su acomodo la utilidad de las vacunas, las pruebas, el uso del tapabocas, la liberación del comercio y el cierre de fronteras. Una vacuna contra los incoherentes que no quieren ir a dictar una clase con protocolos de bioseguridad, límites de aforo y ambientes controlados, pero sí salen a las calles, y por miles, a participar en marchas o conciertos.

Una vacuna contra los productores de noticias falsas y contra quienes las viralizan. Los que se aprovechan de la incertidumbre, la ingenuidad o a veces la ignorancia de la gente. Los que acaban con una persona en un post; los que tienen bodegas de bots para acabar en el mundo de la virtualidad lo que en el ejercicio de lo público se mantiene en pie.

Una vacuna contra los que disfrutan de la destrucción de las ciudades, deprecian el patrimonio público. Una vacuna para quienes afincan en la rabia ciudadana su ego y encuentran la justificación perfecta para decir que no hay quien merezca tal o cual gobernante pues ellos mismos son la mejor opción.

Una vacuna contra los que le apuestan a que Colombia le vaya mal, es lo que les conviene. Vacunas contra los que se regodean con los errores u omisiones de quienes nos gobiernan. Contra los que hacen la política de la cizaña y saborean las desgracias del país. Una vacuna contra los que agotan las herramientas más perversas de la campaña política y venden mentiras para hacerse a más votos. Una vacuna contra los multiplicadores de odios, los que capitalizan los justos reclamos de los ciudadanos y posan de muy preocupados, pero solo atienden a sus intereses incluso financiando el terrorismo. Una vacuna contra los que atacan las empresas, contra quienes su pensamiento individualista no los deja reconocer a las compañías como un factor de crecimiento y desarrollo. Una vacuna contra los del discurso incendiario, los que le echan leña al fuego y sal a la herida, los que azuzan las turbulencias y se sirven de un país en llamas. Una vacuna contra los que solo reconocen una única y subjetiva verdad; los que han convertido la democracia en un juego de blancos y negros y cada movimiento es por la cabeza de alguien. Una vacuna contra los que nos desgastan en un espiral de agresiones y violencia, pero se aseguran de salir invictos. Una vacuna para los que justifican la violencia o con su silencio se hacen cómplices. Una vacuna contra los insensatos, contra los que se sostienen con estigmatizaciones, le ponen el lente del prejuicio a sus adversarios y dilapidan su dignidad.

¿Una vacuna con quién o quiénes? Solo asegúrese de que sea una que verdaderamente garantice una sociedad más sana.

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