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Analistas 27/04/2022

De medios a “putas”

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Y no, no me faltó una “n”, este es el llamado desesperado, mi desconcertada impresión, mi atrevida interpretación de lo que pasa con la prensa hoy. Y no es por los periodistas de grabadora y micrófono, no es por los medios, no es por la información, ¡no!; es por los políticos, es por las bodegas de Twitter, pero es, sobre todo, y quién creyera esta paradoja, por reporteros curtidos, por maestros del periodismo y por líderes de opinión. Cada día veo cómo ellos atacan esta bella y noble profesión y se convierten en jueces de oficio.

Arranquemos por los políticos, que muchas veces para exculparse de sus propios pecados apuntan a que es la prensa la que orquesta campañas de desprestigio. Los políticos le temen al ejercicio de contrapoder de los medios y en ese miedo caótico quieren contraatacar, no importa cómo. Lo hizo el candidato Gustavo Petro, quien en un trino, sin ningún cálculo o respeto por quienes ejercemos con rigor el oficio, escribió “Neonazis en RCN”; es decir, nos graduó de opresores, violentos y nos puso una lápida para que las audiencias enfurecidas nos cojan de presa fácil de roer.

Las acciones erráticas de esa campaña con la prensa pasan por la evasión de Francia Márquez a las preguntas de por qué es beneficiaria de ingreso solidario, por qué aparece en el Sisben o por qué está afiliada a un fondo privado de pensiones. Ella no ha querido dar entrevistas para explicar y cuando, en búsqueda de respuestas, los periodistas la abordaron, los acusó de hostigamientos y persecución. La verdad de ese episodio es que fueron sus escoltas y su equipo de prensa quienes apartaron con descortesía, por no decir que grosera y agresivamente, a los reporteros.

De esa misma campaña uno de sus cuadros directivos le dijo a una periodista que nosotros éramos sus enemigos y otro me escribió que nos tiene miedo, con reclamos de por medio tras poner sobre la mesa algunos trinos que para muchos significan una incoherencia política.

Pero pasemos al otro punto: lo más peligroso para esta profesión que se prostituyó terminaron siendo los mismos periodistas. No hace mucho tiempo el periodismo tenía un bello y hasta poético sentido de colegaje. Entre los reporteros no nos veíamos como enemigos aunque fuéramos competencia, si bien cada uno le daba un enfoque distinto a la información -de eso se trata la libertad de expresión- nadie presumía mala fe del otro ni se autoproclamaba dueño moralmente de la verdad. Al contrario, prevalecía la empatía, el entender el ejercicio periodístico más allá la interpretación individual de la realidad. Nunca antes había visto una carnicería tan despiadada entre periodistas. Triste, porque todos son personas a las que admiro y respeto, pero que con sus señalamientos están anulando a sus pares ¿No se están dando cuenta de que cada acusación acaba con una parte del periodismo? Y no se equivoquen, no estoy cerrando la puerta a hacer una reflexión sobre nuestro actuar, pero digámonos la verdad, lo qué hay es canibalismo y sevicia. Entonces, ¡por favor!, es hora de que regrese el colegaje reflexivo y no defensivo. Nuestro ejercicio de control es al poder, no de verdugo para nuestros compañeros. No seamos cómplices de quienes han violentado y prostituido la profesión, no seamos nosotros mismos los sicarios de la libertad de prensa.

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