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Analistas 04/12/2017

Zonas despejadas

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

El resultado más palpable del acuerdo de paz en Colombia, tras la drástica reducción de homicidios y secuestros, es la recuperación de unos de los paisajes más espectaculares y mejor conservados del mundo, que mes a mes llaman la atención de un mayor número de visitantes y que por ende requiere de organización y coordinación para lograr una equilibrada fórmula de protección y disfrute.

Estos tesoros tan preciados se deben trabajar con responsabilidad y eficiencia, como se planteó hace un año de manera coordinada entre las entidades del Gobierno, para lograr generar ecoturismo sostenible, sin individualismos ni celos institucionales, sin predisposiciones y con el fin de que los destinos estén preparados para recibir visitantes y, al tiempo, proteger el entorno.

El caso más visible es el Parque Nacional La Macarena, de cuyas entrañas mana el Río Caño Cristales, convertido en una imagen postal de Colombia y un caso emblemático. En este lugar ha sido vital el trabajo conjunto en el último año, en particular en la construcción de senderos, señalización, manejo de desperdicios y capacitación de guías, con la comunidad local como mayor beneficiario.

En la Macarena, que además de bastión de las Farc era territorio de cultivo de hoja de coca, los emprendimientos del Gobierno han generado casi 6.000 empleos. En los últimos cinco años el turismo se multiplicó por 10.

En un reciente reportaje de la cadena alemana Deutsche Welle (DW) se enumeran 10 parajes de la paz con esa misma vocación. Además de la Macarena, el Parque Nacional Tuparro, donde está la corriente de Maypures, calificado por el explorador prusiano Alexander von Humboldt, como la octava maravilla del mundo. Tuparro es parte de la Orinoquía colombiana, conocida por un ecosistema de sabanas flotantes sobre agua, próxima a la frontera con Venezuela y paso frecuente de la guerrilla. Ahora se aprovecha para canotaje, senderismo y avistamiento de aves.

El Cocuy, (Boyacá), la cueva de los Guacharos, (Huila), que en 1960 se convirtió en el primer parque nacional del país y forma parte de la reserva natural del Cinturón Andino, declarada reserva de la biósfera, y la Ensenada de Utría, (Chocó), donde las ballenas jorobadas se aparean y pasan un tiempo antes de continuar su viaje a la Patagonia, fueron otros lugares mencionados como nuevos destinos por DW.

El Gobierno seleccionó 100 municipios que estuvieron en medio de la guerra y que tendrán oportunidades de desarrollo en turismo, de los cuales 26 hacen parte de un plan piloto e incluye cuatro zonas: Camino Teyuna, Santa Marta; Urabá-Darién, Antioquia-Chocó; Mocoa y Valle de Sibundoy en Putumayo; y la Sierra de la Macarena en el Meta. Otros 40 son llamados destinos del posconflicto porque sufrieron acciones armadas, continúan en precarias condiciones y tienen vocación turística.

Paralelo a ello y para estimular que la empresa privada y las comunidades inviertan en las Zonas Más Afectadas por el Conflicto Armado (Zomac) el Gobierno determinó incentivos de obras por impuestos y exención tributaria hasta por 20 años.

Las publicaciones comienzan a reseñar esa extraordinaria belleza natural de Colombia, lo que atraerá más visitantes, por lo que debemos preparar al país para ese encuentro, para que sea ordenado, con estricto control, para garantizar la supervivencia de los ecosistemas y alejarlos de la industria informal o dejarlos a merced de personas inescrupulosas.

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