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Analistas 04/10/2021

Una radiografía diferente

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Detrás de las fotografías de jóvenes manifestantes, sus grafitis y vidrios rotos suele haber un drama personal y familiar que vale la pena examinar para entender lo que pasa en Colombia. Accenture Colombia, filial de la firma global de consultoría que ofrece servicios de estrategia con base en el talento humano y las tecnologías inteligentes, hizo un estudio revelador dentro de las comunas más pobres de Cali con resultados que vale la pena reseñar para tener una visión más completa de la situación que se vive en las zonas urbanas marginales.

Una de las principales conclusiones es que los jóvenes de los barrios populares tienen mucho más interés en expresar la ausencia de oportunidades, su angustia por no tener acceso a un buen estudio o a un trabajo digno, que en crear situaciones de desorden público o expresar consignas antisistema. El estudio encontró que los voceros influyentes desvían los temas vitales (con oportunismo y polarización política), hacia lo que más ruido hace mediáticamente y dejan en segundo plano las verdaderas razones de los manifestantes.

Según Accenture, los jóvenes están cansados de ser estigmatizados y etiquetados como vándalos, izquierdosos o marihuaneros por haber apoyado el paro o por el simple hecho de vivir en ciertos barrios, quieren acabar con esos prejuicios y demostrar que son capaces de salir adelante si tuvieran alguna forma de hacerlo: “Somos más que vándalos, queremos demostrar que somos capaces”.

Y cuando repiten la consigna de “nos están matando” no se refieren apenas a los supuestos excesos de la fuerza pública, sino también al hambre, a la indiferencia y a la falta de oportunidades. Valoran la paz y el hecho de que puedan hacer algo por ellos mismos, por el progreso de su comunidad, tener actividades culturales y de integración. Quieren el progreso desde el lugar donde se encuentran, forjar un cambio, avanzar, sentir la presencia del Estado y que algún día se cumplan las promesas políticas.

¿Qué es para estos jóvenes una oportunidad? No son los regalos o subsidios, por ejemplo. Consideran que la oportunidad se debe ganar por mérito propio. Es la posibilidad de estar conectado con personas y/o organizaciones que orientan y ayudan a alcanzar una meta. Tampoco lo son la infinidad de cursos técnicos para estudiar en el Sena, ni las ofertas laborales desalineadas con sus interés o motivaciones, ni las soluciones cortoplacistas de trabajos ocasionales.

Consideran una oportunidad el acceso a una buena educación con orientación para escoger una carrera de acuerdo a talentos y habilidades que conecten con el mundo laboral, ser reconocidos, que se les prepare para ser independientes y puedan cambiar su realidad.

Mencionan que el mito de que no quieren estudiar es falso. Desde muy jóvenes tienen personas a cargo (en algunos barrios hasta 27% de quienes tienen entre 18 y 27 años tiene un hijo), no tienen quien les apoye para terminar la secundaria o ingresar a la universidad, se sienten ajenos al progreso y a la posibilidad de tener un plan de vida con dignidad y reconocimiento. Y no solo recibir un sueldo, también tener beneficios y seguridad social, ser elementos productivos de una comunidad.

Para quienes hacemos gestión pública y empresarial es importante obtener este tipo de conocimiento para llegar con acierto y sin preconceptos con la ayuda requerida. El sector privado tiene allí un gran desafío dentro de su rol de responsabilidad social.

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