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Tenemos la percepción de que cualquier tiempo pasado fue mejor, como decía una estrofa de las Coplas de Jorge Manrique que nos enseñaron en la secundaria, y aunque en la realidad cada vez vivimos mucho mejor, más cómodos, más libres, con mejores oportunidades, el contexto actual de desaceleración, guerras, populismos o calentamiento global, entre otros males, hacen sentir que estamos en un callejón sin salida, al cual hay que ponerle el pecho y salir adelante.
No necesitamos ir muy lejos para constatar lo mejor que estamos: en los tiempos de nuestros tatarabuelos las personas vivían sin luz eléctrica, sin agua corriente, sin televisión y a caballo. A comienzos del siglo pasado el analfabetismo en Colombia era superior a 65%, la pobreza generalizada, el promedio de vida menor a 35 años y los derechos de la mujer nulos.
Sin duda nos tocó un mejor mundo, pero, como todo en la vida, hay que poner en contexto las circunstancias en las que vivimos ahora. Pareciera que todo ocurriera en forma de ciclos y que, a pesar de los avances en tecnología, en educación, servicios básicos, salud, entre muchos otros, prevaleciera la sensación de que no avanzamos.
Sería maravilloso vivir en una época donde la gente se lleve bien, que la justicia social, la equidad y la inclusión acabaran con la delincuencia organizada, que la política no estuviera dominada por el populismo, la polarización y la demagogia, que no hubiera conflictos, que estuviéramos abrigados por instituciones sólidas, que predominaran los valores, la ética, la generosidad y el bien.
También habría sido ideal que nuestros antepasados hubieran cuidado mejor el medio ambiente e invertido en el futuro de una forma mejor. No fue así y lo que nos corresponde es vivir nuestra realidad de la mejor manera, poniendo cada uno de su parte, ojalá con la milla extra que hace la diferencia.
De nada sirve quejarse por lo que pasa sin que se tomen acciones para avanzar, es hora de promover la convivencia, el equilibrio, de comprometernos con el trabajo que necesitamos hacer para que todo tiempo futuro pueda ser mejor. El trabajo que tenemos por delante es construir, fortalecer la viabilidad de nuestro país a través del crecimiento. Hoy los colombianos, después de las elecciones regionales, han mostrado el interés de mantener el equilibrio de poderes, reconocen el valor del sector privado por su gestión técnica, su actitud sincera y su aporte al bienestar social y a la dignidad humana por medio del empleo.
Cada circunstancia ofrece distintas oportunidades, como la de aceptar las cosas tal como son y mejorarlas, encontrar lo bueno en las pequeñas cosas, aceptar y perdonar, tratar de convertir las cosas negativas en positivas, dominar los impulsos, trabajar la razón y centrarse en el presente.
Vivir un buen presente, para que tengamos un mejor futuro. Y eso se logra con empleo, con desarrollo, con la democratización de las oportunidades, que todos los colombianos cuenten con los recursos mínimos que les permita tener certezas a largo plazo.
El mundo que nos tocó es el que estamos viviendo, no escogimos el momento, estamos donde estamos y por lo tanto es nuestro deber seguir mejorando, hacer lo posible para salvarnos de la autodestrucción, del individualismo y la indiferencia… así que pongamos el pecho y saquémoslo adelante.