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El concepto de “distancia geopolítica” en el comercio proviene de un estudio del McKinsey Global Institute, que analizó más de 200 votaciones de la Asamblea General de la ONU entre 2005 y 2022. A partir de esa información, midió qué tan lejos o cerca están los socios comerciales en términos políticos, en una escala de 0 a 10. Estados Unidos se ubica en el extremo 0, Irán en el 10, y en el medio aparecen Brasil (5) o China (9,6). Al combinar esos datos con los flujos comerciales, McKinsey calculó la “geometría” del comercio desde cuántos kilómetros recorren los bienes a qué tan grande es la distancia política que cruzan.
El hallazgo es contundente. Entre 2017 y 2024 la distancia geopolítica promedio del comercio mundial cayó alrededor de 7%, evidencia clara de friendshoring. EE.UU. redujo casi un 10% esa distancia, al disminuir las importaciones desde China y aumentar las compras a México y a los países del sudeste asiático. México incluso se convirtió en 2023 en el principal proveedor de bienes para EE.UU., aunque parte de esos flujos sigue con alto valor agregado chino, porque muchos insumos llegan desde Vietnam o Malasia.
China también recortó su distancia geopolítica, en torno a un 4%, pero para lograrlo tuvo que ampliar su radio geográfico, acercándose más a Asia Central y Medio Oriente. La limitación es clara debido a que en su órbita política no hay suficientes economías grandes para sustituir por completo a los mercados occidentales. Europa, por su parte, concentra la mayor parte de su comercio en la propia región, lo que reduce tanto distancias políticas como físicas. Australia vive la situación contraria porque depende de socios que están lejos en ambos sentidos.
El estudio también confirma que la distancia geográfica promedio del comercio mundial se mantiene larga, en torno a 5.200 km por dólar transado. En el caso de Estados Unidos, el promedio llega a 7.200 km, frente a los 6.600 km de China. En otras palabras, aunque la geopolítica acerca, la geografía no se acorta.
McKinsey identifica productos “concentrados”, donde tres o menos países dominan la oferta mundial de materiales como hierro, tierras raras, farmacéuticos y chips. En esos casos, la sustitución de proveedores es lenta y costosa y si la distancia geopolítica del comercio global se redujera en una cuarta parte, la concentración de importaciones subiría en promedio 13%, aumentando los riesgos de dependencia.
Para las economías del centro del espectro -Brasil, India, México y varias del sudeste asiático- cerrarse a un bloque no es opción ya que juntas representan apenas una quinta parte del comercio mundial. Su estrategia es diversificar, mantener acceso a distintos mercados y fortalecer la infraestructura que les permita moverse entre bloques.
La agenda técnica para 2025 y 2026 es mapear dependencias críticas, diversificar proveedores con trazabilidad de insumos, aplicar medidas de de-risking en cadenas, impulsar nearshoring y friendshoring donde haya condiciones de escala y energía competitiva y reforzar la diplomacia para compatibilizar normas.
El mundo no se partió en dos, pero sí se ordena en redes más definidas. La lección es que los países que logren acercar su comercio en términos políticos, sin descuidar la logística geográfica, estarán mejor posicionados para atraer inversión y sostener su competitividad.
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