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Analistas 25/01/2024

¿Qué pasará con el precio de la gasolina de 2025 en adelante?

Luis Miguel González
Director El Economista

La gasolina es 60% más cara en México que en Estados Unidos en 2024, nos dice un reportaje de Sebastián Díaz en El Economista. No siempre ha sido así. Algunos de ustedes recordarán el momento en el que las cosas eran al revés. En julio de 2022, la gasolina costaba el equivalente a 3.12 dólares por galón en México, mientras que en Estados Unidos costaba, en promedio, 4.66 dólares por galón.

El presidente López Obrador, en ese momento, se jactaba frente a Joe Biden de que el gobierno mexicano estaba facilitando a los consumidores estadounidenses que vivían en la frontera comprar combustibles a un menor costo del lado mexicano. Entre ambos la relación era tensa y Biden estaba pasando un mal rato con la alta inflación. No venía al caso entrar en detalles para explicar lo que estaba pasando. Lo cierto es que tener gasolina “barata” en México tuvo un costo de 397,000 millones de pesos mexicanos (US$22.995 millones) en las finanzas públicas en 2022.

El diferencial de precios en las gasolinas entre México y Estados Unidos es un tema del que nos ocupamos muy poco en la Ciudad de México, pero es algo muy importante en las ciudades de la frontera. Los habitantes de estas poblaciones tienen una idea muy clara de cuánto cuesta en cada país y toman decisiones. Cuando el diferencial se vuelve importante, los automovilistas llevan sus coches a “beber” al otro lado. Los medios de la frontera nos regalan en ese momento con notas que hablan de largas filas, desabasto y hasta contrabando, entre otras cosas.

En los últimos años, los precios de las gasolinas se han movido como bimbalete en Estados Unidos, mientras que en México se han deslizado más o menos al ritmo de la inflación. En 2020, un litro valía allá el equivalente a 12,10 pesos (US$0,7), mientras que en México se conseguía por 19,52 pesos (US$1,13). Con la pandemia, en Estados Unidos, los precios se desplomaron y con la invasión de Rusia a Ucrania se fueron por las nubes.

Del otro lado, los precios al consumidor de las gasolinas se mueven con una lógica de mercado. Dependen principalmente del precio internacional del petróleo y de los costos y márgenes de ganancia de las refinerías. Los impuestos tienen un peso mucho menor que en México. Hay un impuesto federal que es menor a 5% del precio final e impuestos locales que varían porque dependen de las idiosincrasias regionales. California tiene impuestos locales muy altos, entre otras cosas, porque usa la política fiscal para “castigar” el uso de los combustibles fósiles. Texas se jacta de ser la capital petrolera de América. Incentiva el consumo de gasolinas con impuestos insignificantes. Tiene más refinerías que nadie y el consumo de gasolina per cápita más alto del mundo.

México es todo un caso, cuando hablamos de gasolinas. Importamos 70% de la que consumimos. Tenemos seis refinerías que pierden dinero por cada litro que producen. Pronto tendremos una séptima y esperamos que la rosa de Guadalupe nos haga el milagro de que produzca y no pierda dinero. Si ustedes quieren averiguar cuánto cuesta la gasolina que produce Pemex, no encontrarán el dato en ningún lado. Podemos coincidir en que esa información sería muy relevante para entender muchas cosas, entre otras cosas, ¿las ineficiencias tienen remedio o son incurables?

Nos serviría el dato, pero también ayudaría perder toda esperanza. El costo de la producción no sirve para nada cuando se trata de comprender cómo se determina el precio de la gasolina en México. Aquí, cuenta el precio de la gasolina en Texas y el costo de transportar o almacenar la gasolina, pero el factor que más importa son las decisiones del gobierno.

¿Cómo se determinan los impuestos a la gasolina? La Secretaría de Hacienda utiliza una fórmula que es casi tan secreta como la de la Coca-Cola. Los “malditos” neoliberales inventaron un mecanismo para producir cierta estabilidad en el precio de un insumo que tiene un enorme impacto en los negocios y en el ánimo de la población. El truco es generar la estabilidad y cuidar las finanzas públicas. En tiempos en los que los precios internacionales de petróleo y gasolina están muy altos, se reduce la carga impositiva y se genera una especie de subsidio. Cuando el precio internacional baja, se incrementan los impuestos, de tal manera que el consumidor mexicano no se ve beneficiado con la reducción de los precios en Estados Unidos y el mundo… a menos que viva en la frontera.

El problema con este mecanismo es que ya se agotó. Servía cuando éramos un país gran exportador de petróleo y teníamos una balanza petrolera superavitaria. Desde mediados de la década pasada, no alcanza con el petróleo que exportamos para pagar las gasolinas y combustibles que importamos. Nuestro déficit en ese rubro fue de US$18,379 millones entre enero y noviembre del año pasado. Para remediarlo tenemos mucha retórica y pocas ideas relacionadas con administración e ingeniería. ¿Qué planes tiene la próxima presidenta para las gasolinas y Pemex?

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