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Analistas 06/09/2022

Ciudadanía para la democracia

Luis Felipe Gómez Restrepo
Profesor Universidad Javeriana Cali

Una ciudadanía educada e informada, es un cimiento para la democracia. A propósito de los lamentables hechos de persecución de los que vienen siendo objeto diversos estamentos de la sociedad nicaragüense, dentro de los cuales, uno de los mas recientes es la detención domiciliaria de Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, quien por denunciar la violación de los Derechos Humanos y los abusos de poder se ha vuelto incómodo para el régimen de turno.

Aunque con aspectos por mejorar, Colombia ha venido consolidando el ejercicio de la democracia, la cual permite el progreso de las personas y la búsqueda del bien común, garantizando las condiciones de desarrollo integral para la sociedad. La democracia se fortalece educando a las nuevas generaciones, formándolas para reconocer las trampas del populismo y otorgándoles herramientas para el ejercicio de una ciudadanía global.

Recientemente el Padre Arturo Sosa, S.J., actual General de los jesuitas, hizo un llamado a los rectores de las universidades regentadas por la Compañía de Jesús, en el cual señaló que, las universidades como instituciones que fomentan la democracia, tienen como condición buscar el bien común y propender por romper los círculos viciosos con que el autoritarismo está infiltrando los fundamentos de la vida social.

Por ello, las universidades están llamadas a formar para la participación en la vida pública, para la formación política de los nuevos ciudadanos, para que las instituciones democráticas se vean fortalecidas en todos los niveles. Por otra parte, hay que generar espacios de discusión plural, donde el diálogo social sea abierto y fecundo proyectando consensos sociales. La creación de una cultura profundamente democrática y participativa debe ser uno de los vectores presentes en los currículos de todas las universidades. Esto impone los retos de diseñar los procesos formativos con ejes transversales reales, no meramente nominales, sino con experiencias que marquen la estructura de los jóvenes gracias a una formación planificada y con rigor.

Mucho se ha estudiado, discutido y publicado sobre cómo el populismo despoja de sentido el auténtico ejercicio de la voluntad de los pueblos, debilita la organizaciones civiles y populares de base, elimina la función de los partidos políticos como canalizadores de las alternativas ideológico-políticas que articulan programas de gobierno alternativos a ser decididos en comicios libres por los ciudadanos de cada país.

Así las cosas, las universidades deben participar en la agenda pública de discusión con argumentos para mantener vigente el debate. En cuanto a la polarización reinante en la escena pública y que produce fanáticos que distorsionan la perspectiva de la discusión pública, las Universidades están llamadas a aportar por la generación de información sopesada, contrastada y analizada críticamente. Por otro lado, una investigación pertinente ayudará a cualificar los debates públicos. Frente a la postverdad, que genera confusión conceptual y desinformación, que terminan propagando falacias y teorías conspirativas, convirtiéndose en rudimentos de manipulación, desde las universidades se debe trabajar mancomunadamente por la verdad, forjando claridad sobre la realidad para explicarla y dar valores a los ciudadanos.

Frente al populismo, debate público serio y profundo; frente a la polarización, la posibilidad de discusión plural y respeto entre todos los actores sociales; frente a la postverdad, la búsqueda sincera de la verdad.

La educación ciudadana es la mejor contribución que podemos dar a la profundización y expansión de la democracia, hoy amenazada incluso en aquellos países en los que se cuenta con una larga tradición, ayudando a forjar un arraigo profundo de la conciencia y de los valores democráticos en los ciudadanos como base para su estabilidad política.

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