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Analistas 16/06/2022

El quite a las malas ideas

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

La recuperación económica de Colombia ha sido mucho más robusta de lo esperado. El Gobierno espera ahora un crecimiento del PIB de 6,5% para 2022, lo que pondría al país como uno de los campeones en dicha materia en la región. No obstante, el buen momento en materia económica no puede ignorar las crecientes preocupaciones relacionadas con la inflación global, la disrupción en Europa como consecuencia de la guerra, y un enfriamiento de los mercados financieros en espera de tasas de interés al alza en casi todos lados.

Colombia tiene los instrumentos para navegar la tempestad. Muchos capitales buscan resguardo en países productores de materias primas en complemento a portafolios de liquidez debido a la tormenta de los mercados en renta fija, golpeados por la inflación global, y de las acciones en Estados Unidos, que con mayores tasas de interés exhiben valoraciones difíciles de justificar, incluso después de la caída de las últimas semanas. Los flujos de inversión siguen llegando al país, a pesar de la incertidumbre asociada al proceso electoral. América Latina podría beneficiarse enormemente de la coyuntura, pero el clima político en muchas latitudes ha desactivado lo que podría ser una apuesta más firme por los activos de la región.

El próximo domingo tendremos una prueba concreta de nuestra habilidad como sociedad para sortear la turbulencia. Un primer requisito es tener unas elecciones pacíficas, sin suspicacias y con la perspectiva de una transición pacífica y ordenada de poder. A paso seguido, el siguiente reto es evitar las malas ideas. En la primera parte de la campaña, analistas, opinadores y ciudadanos de a pie, reclamábamos un debate centrado en ideas y propuestas. En la parte final de la campaña observamos un equilibrio igual o peor: un debate basado en propuestas a medio cocinar o flagrantemente inconvenientes.

Por un lado, el candidato Gustavo Petro propone una reforma tributaria excesivamente ambiciosa, una reducción del ahorro pensional y un freno súbito de la exploración petrolera que haría que el país perdiera la autosuficiente en dicha materia a partir de 2028. Las cuentas alegres de su campaña, bajo las cuales el país tiene reservas suficientes para 12 años, no tienen en cuenta los desincentivos a la inversión de su propuesta. Cálculos del equipo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, con base en escenarios de producción de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, muestran que el país tendría un aumento significativo del déficit comercial y una devaluación del peso superior al 40% hacia 2027, si se materializa dicha propuesta.

Inconveniente, a todas luces. Desafortunadamente, el candidato parece obstinado en estas propuestas.
Por otro lado, el candidato Hernández ha revivido la idea del remplazar el IVA por un impuesto al consumo. Esa idea ya se planteó en el Congreso, y como lo muestran varios informes técnicos, es inoportuna: podría traer consecuencias adversas en materia de inflación y competitividad. Queda la esperanza que, de ganar, Hernández abandone la idea y tenga mejores asesores en esta materia.

Las encuestas sugieren que el país estará dividido. El desafío más importante después de elecciones es encontrar un consenso que permita evitar las malas propuestas de campaña, y que, con algo de suerte, podamos sacarle provecho a una coyuntura llena de oportunidades, aunque con riesgos evidentes.

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