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Analistas 25/06/2021

Por eso le digo

Esta es una invitación muy particular que considero puede aportar en medio de la situación por la que todos los colombianos estamos atravesando. Las elecciones del 2022 pueden estar lejos aún, pero las campañas para Congreso y eventuales figuras presidenciales ya comenzaron a sonar. Muchos se van a quemar en el proceso, unos por el natural desgaste de haber comenzado muy temprano, otros por sus propias propuestas y algunos más por la forma como se vaya desarrollando el debate de las ideas que viene.

Sin duda tendremos una alta dosis de polarización como en las recientes tres últimas votaciones: plebiscito en 2016, presidenciales en 2018 y alcaldías 2019. Creo que es momento de proponer unas reglas básicas para los debates, especialmente en los medios. La ciudadanía necesita entender claramente las propuestas de todos. Las familias seguro debatirán dichas propuestas. Comienza una etapa de horas y horas de ideas.

Para escuchar correctamente a los demás, primero, se debe partir de un supuesto fundamental y es el de eliminar prejuicios para no sesgar la información que se está recibiendo. No juzgar lo que la otra persona está diciendo. Suena sencillo en la teoría, pero muy difícil en la práctica. El ideal es llegar a un nivel en donde no necesariamente se tiene que estar de acuerdo con lo que otra persona afirma, pero poder lograr mantener el respeto mínimo. Si alguien piensa diferente no quiere decir que sea mi enemigo. Hay una tendencia generalizada a ganar discusiones, a buscar argumentos que desbaraten las ideas del otro. Algunos recurren rápidamente al contraejemplo para mostrar contradicción.

Lo ideal en este proceso es nunca menospreciar las palabras de otro. Señalar o insultar no ayuda mucho. El ser humano tiende a ser juez natural de otros, muchas veces sin ser capaz de reconocer errores propios o posturas ambiguas. Convertimos en jueces es una tendencia inconsciente, pero nos lleva a perder neutralidad. Se agrava el tema cuando se torna personal y la cabeza se llena de emociones que se mezclan con las ganas de tener razón. “Por eso le digo” es una frase común de las discusiones entre colombianos, muchas veces con ambas partes usando el mismo argumento con diferentes palabras. Un importante ejecutivo chileno que trabaja en la industria de las telecomunicaciones de nuestro país, me hizo caer en cuenta una vez: “ustedes los colombianos discuten para tener la razón, y a veces las dos personas piensan igual, pero alguien tiene que tener la última palabra y ganar con el último argumento”.

No es fácil, pero en este camino hasta 2022 hay que buscar ser más tolerantes y flexibles. Lo de mente abierta no es lo nuestro definitivamente, pero es necesario para que Colombia comience a sanar viejas heridas que no vale la pena seguir recordando. Muchas veces tendremos que acostumbrarnos a aceptar que lo que está diciendo otra persona no significa estar de acuerdo. Oír en detalle, y con empatía, es como ponernos en su lugar. Todo el proceso de oírnos para tener más debates, conversaciones y menos peleas y discusiones. Menos intransigencia, más búsqueda de puntos en común. Todos los que vamos a votar queremos una Colombia mejor, con más empleo y oportunidades para la sociedad. Las diferencias están en el cómo obtener ese objetivo común.

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