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Analistas 28/08/2020

Dame tu pin, dame tu perfil

Se conoció la lista de influenciadores que son monitoreados desde la Presidencia y las reacciones en redes sociales y medios de comunicación no han parado. La variable que puede ser “negativo”, “positivo” o “neutro”, tan cualitativa como se quiera, nos da para un debate de muchas horas. Llega de esa manera a nuestro país la discusión que sobre Internet lleva años entre la visión europea y la visión norteamericana. Los europeos, liderados por la escuela francesa, dan prioridad a la privacidad de sus ciudadanos sobre la seguridad nacional, por ejemplo. En Estados Unidos, especialmente en la actual administración, se le da prioridad a la información de seguridad nacional sobre la privacidad de los ciudadanos.

El muy sonado caso de Apple contra FBI por la clave de un iPhone terminó en que un juez de Nueva York determinó en 2016 que Apple no puede ser obligada a entregar al FBI, ni a nadie, la clave de acceso al iPhone asociado a un caso de narcotráfico. Por otra parte, existe una orden judicial en California que le exige a la empresa Apple desbloquear el software de seguridad de otro iPhone perteneciente a Syed Rizwan Farook, quien asesinó a 14 personas en San Bernardino. El juez de California considera que el iPhone de Farook contiene información determinante para avanzar en su investigación. En cada país hay legislaciones diferentes y todo obedece a que no hay una entidad mundial que tenga la gobernanza de Internet.

En China el nivel de seguimiento a los ciudadanos es brutal. Las cámaras de las calles y aplicaciones como WeChat alimentan en tiempo real bases de datos en la nube que hacen todo tipo de análisis y perfilamiento para entregar información al gobierno. Revisan los contenidos y patrones de comportamiento. Monitorean casi todo lo que hacen y publican sus ciudadanos a un nivel de detalle miedoso. Seguramente en otras partes del mundo tienen seguimientos similares. Con la llegada de 5G va a ser más amplio el nivel de información que entregan los ciudadanos a las compañías cuando llegue el tan sonado Internet de las Cosas.

Como ciudadanos de la era digital, no solamente en Colombia sino en todo el planeta, debemos partir del supuesto de que las gigantes informáticas tienen toda nuestra información que pasa por Internet. Los bancos tienen todo nuestro historial de movimientos y transacciones. Las empresas de servicios públicos tienen nuestro consumo desde los hogares. Las grandes superficies saben cómo, cuándo y qué tipos de productos son recurrentes en nuestros mercados. Pronto van a llegar agencias que hagan cruces de esas bases de datos para tener el perfil del consumidor ampliado. Imaginen por un momento que aerolíneas, empresas de seguros, hoteles, bancos y otros se unieran para hacer ofertas en conjunto. Eso ya está en fase de diseño y pronto nos veremos inundados de ese tipo de publicidad cruzada.

Como toda tecnología, no es la tecnología en sí, sino sus usos los que pueden ser buenos o malos. Si el gobierno está siguiendo a un grupo de personas con el objetivo de informarse y poder tener una mejor conexión con la ciudadanía, pues vaya y venga. Si los objetivos fuesen otros, como vivimos en el país de historias oscuras pasadas como el DAS o el F2, cualquiera se asusta de inmediato.

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