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Analistas 25/04/2020

Minería y sociedad

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

La minería genera empleo transitorio. No siempre se agota el yacimiento: puede perder valor si el costo variable excede los precios en los mercados internacionales. Algunos países desarrollados, como Australia y Canadá, tienen participación importante de la actividad minera en el PIB, al igual que Chile y Perú. Sin embargo, los elogios a la minería como motor del desarrollo deben acompañarse con una dosis de cautela. Las razones son múltiples: los habitantes establecidos en la región con antelación a los desarrollos, la mayoría sin vocación hacia la actividad minera, sufren perturbaciones, incluido el incremento en el nivel general de precios como consecuencia de mayor cantidad demandada de todos los bienes y servicios a raíz del incremento poblacional, sin recibir participación de los beneficios.

Además los desarrollos mineros reducen el espacio para otras actividades, como el turismo asociado a paisajes privilegiados cuya magia desaparece, en muchos casos de manera definitiva, por causa de la actividad minera. De otra parte, la minería tiene efectos severos potenciales sobre el medio ambiente.

Finalmente, la actividad minera con propósito de exportación fortalece la moneda; es preciso neutralizar su efecto cambiario sobre el resto de la economía para proteger actividades de mayor valor agregado y con mayor potencial para construir conocimiento y acumular capital doméstico de manera congruente con la productividad relativa del país en sectores no sujetos a la naturaleza temporal de la actividad extractiva. En consecuencia, un Estado efectivo en diversos frentes es el primer requisito para evitar los perjuicios de la minería: debe establecer la sostenibilidad social de las comunidades vinculadas más allá de la vida del depósito como primer requisito para otorgar licencias.

Esta tarea se puede lograr en Colombia con la buena administración de los recursos públicos para educación producto de la redistribución de los ingresos corrientes de la Nación; no requiere recursos adicionales sino gestión. Además debe haber capacidad para evitar la exclusión de otros sectores económicos, y para verificar el cumplimiento de compromisos.

El oro fue importante en la economía de la Nueva Granada y en la Colombia del siglo diecinueve. El valor agregado de la actividad durante la colonia le correspondió a España, con su dosis de inflación. El impacto para el país en el siglo diecinueve tampoco fue feliz: terminada la guerra de los mil días, Colombia era muy pobre. La economía creció en las primeras ocho décadas del Siglo XX con el impulso del café y la protección a la producción nacional hasta la apertura del país al resto del mundo en los noventa. La degradación del diseño institucional por la Constitución de 1991 reversó la diversificación y concentró las exportaciones en petróleo y carbón sin procesos públicos adecuados.

Hoy la responsabilidad ambiental está diluida entre la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, sesgada hacia el otorgamiento para atender necesidades fiscales del gobierno central, la Agencia Nacional de Minería, sin estructura adecuada para vigilar el efectivo cumplimiento de compromisos, y las Corporaciones Regionales, con gobierno corporativo absurdo. Además prolifera la minería ilegal, vinculada en muchos casos al narcotráfico. En consecuencia, es preciso enderezar los procesos públicos para tener estrategia minera.

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