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Reducir la desigualdad, la informalidad y la pobreza exige crecer a tasas importantes durante buen número de años, para que el valor relativo del trabajo crezca más rápido que el ingreso. El problema de crecimiento insuficiente aplica a casi toda Latinoamérica. Colombia evade comparación con los países de Asia, más abiertos al mundo y sus oportunidades, y más comprometidos con la educación y la investigación.
La relación con el mundo exterior es determinante para el crecimiento, la modernización tecnológica y el avance en productividad. Es absurdo que la mitad de las exportaciones de Colombia, país no petrolero, sea petróleo. Hay que poner la economía al servicio de la sociedad, y traer capital extranjero que aporte conocimiento, construya vínculos con los mercados internacionales y genere empleo. Se debe establecer qué se necesita para exportar, y de paso sustituir importaciones si la captura de economías de escala lo facilita. Se requerirá promover contactos: los negocios se hacen entre personas que asumen compromisos. Sería útil una buena base de datos sobre actores en comercio internacional; es desafortunado que Bancóldex no financie a los clientes de los exportadores colombianos, como hacen en general los bancos de comercio exterior. Se debe ordenar la información, incluida la relacionada con gravámenes para-arancelarios y restricciones cualitativas, simplificar reglas y bajar los costos de comercio internacional. Se necesitarán impuestos arancelarios transitorios mientras se diversifica la canasta exportadora, crece la productividad y aumenta la participación del comercio internacional en el PIB.
Cada cadena de valor tiene distintos espacios para lo público; con orientación clara se identificarían tareas en subsectores propicios para invertir y crecer. Así se podrá aprovechar las ventajas comparativas relativas de las regiones y asignar recursos escasos con eficiencia. El mundo cambia: la situación debe revisarse en forma permanente y sistemática. Se necesita una institucionalidad que aprenda, innove y no deje las cosas al azar en manos de una sociedad desinformada, inactiva y sin bases para actuar.
El impulso a la productividad es esencial para todos los propósitos, no solo para el comercio. Implica la provisión de infraestructura crítica, regulación acertada para las actividades que la requieran, estímulo a la inversión en ciencia, tecnología e innovación y, sobre todo, mejor educación. Es preciso diseñar estrategias de comunicación y capacitación entre la base de maestros y el gobierno nacional, y así trascender la relación patológica existente desde hace mucho tiempo entre Fecode y el Ministerio de Educación. Las mejoras en la educación básica y media se pueden complementar con programas en tecnología, y acelerar el proceso hacia jornada completa.
Es crítico reducir las sobrecargas a la nómina y los costos del registro mercantil y los servicios financieros para facilitar la formalización; el cambio será importante para mejorar la cobertura pensional y por los beneficios de construir conocimiento compartido por toda una organización estructurada. También se deberá simplificar el estatuto tributario, plagado de excepciones y privilegios. Las tareas requieren esfuerzo concertado de sector privado y público regional, academia y gobierno central. Exigen además repensar el ordenamiento administrativo del país para que lo público sea efectivo.
La ciudad está lista para asumir más responsabilidades, siempre que vengan acompañadas de recursos que bogotanos aportan año tras año. Aquí no pedimos favores: exigimos justicia fiscal para una ciudad que sostiene buena parte del país