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Analistas 03/04/2023

Oferta de alimentos, tasa de interés e inflación

Gonzalo Moreno
Presidente ejecutivo de Fenavi
Gonzalo Moreno

Encontramos que, el mayor costo de producción de alimentos no está en los fertilizantes, está en la financiación

La inflación se ha convertido en uno de los principales temas de preocupación, no solo de los gobiernos en el mundo, sino también de los consumidores. Por parte de los bancos centrales, la principal acción que vienen realizando es incrementar la tasa de interés, con el objetivo de reducir la demanda, pero, en muchos países, como en Colombia, esto no se ha reflejado en un quiebre en la tendencia de precios. Las explicaciones sobre el persistente crecimiento en la tasa de inflación parecen evidentes, no obstante, las alternativas de solución palidecen frente al problema, por el contrario, pareciera que lo acrecientan.

El Banco de la República identifica como causales del problema un fuerte crecimiento en la demanda, va por arriba del crecimiento tendencial del Producto Interno Bruto dicen. Aquí nos preguntamos, si la dinámica de la economía viene en un menor ritmo, ¿cuál es la fuente real de esta demanda? De otra parte, señalan que se observa una fuerte contracción en la oferta, particularmente de alimentos, en donde la explicación va, desde lo que viene ocurriendo por la invasión de Rusia a Ucrania, en especial por el colateral de la reducción en la oferta de fertilizantes, cereales y otros productos más, hasta los efectos climáticos; o la indexación de algunos bienes y servicios, así como la devaluación entre otros factores.

Al final, nos encontramos con un freno efectivo de la demanda en la estructura más formal de la economía como: vivienda, vehículos, electrodomésticos, vestuarios, entre otras cosas más. Por su parte, pese a la desindexación impulsada por el gobierno en algunos bienes y servicios, así como paliativos en el tema agropecuario, la inflación total sigue alta y la de alimentos no se frena, impactando en mayor medida a los hogares de menores ingresos.

Al intentar validar el impacto del conflicto bélico antes comentado, encontramos que el Índice de Precios al Productor de los fertilizantes, así como a los productos importados como granos (maíz y fríjol soya), observamos una variación anualizada al mes de febrero de 20,3%, 31,3% y 28,7% respectivamente. Por su parte, la devaluación promedio año para los últimos 12 meses fue de 11,8%. Impactos que no se compadecen con la variación de precios en productos básicos de la canasta familiar, mucho de estos de oferta campesina como la arracacha, la yuca, la cebolla, los plátanos, el arroz, las legumbres, la zanahoria, con tasas de inflación anualizadas que van des de 40% hasta el 104%.

De otra parte, encontramos que, el mayor costo de producción de alimentos no está en los fertilizantes, está en la financiación. En la economía campesina, así como en la producción a pequeña y mediana escala, la financiación tiene un alto peso en las decisiones de siembra y producción de alimentos. Si comparamos el costo del crédito líneas Finagro con tasas subsidiadas de hoy frente a lo registrado hace uno o dos años atrás, encontramos que se han incrementado en más de un 300%. Pero al tiempo que las tasas de colocación del sistema financiero se han expandido, por efectos de la política de intervención del Banco de la República, también se ha registrado un efecto paralelo en las tasas de captación para depósitos a término y cuentas de ahorro, generando un efecto perverso en la actividad agropecuaria, esto es, desestimulando la inversión en la producción de alimentos, en especial de ciclo corto.

En efecto, si un pequeño productor encuentra que con el costo del crédito a los niveles actuales superan el 25%, le es difícil apalancar su operación productiva, también le resulta improcedente invertir sus propios recursos en las actividades del campo si encuentran que la rentabilidad de los activos financieros es mayor y con menor riesgo frente a la de producir alimentos. Resulta difícil pensar que la rentabilidad en el sector agropecuario supere un 15% o 18% anual que es lo que renta un depósito a término. Al final, se está generando un círculo vicioso perverso, de un lado, el incremento en la tasa de interés reduce la demanda de algunos bienes, pero, al tiempo, refuerza la reducción en la producción de alimentos, presionando aún más la espiral de precios.

Es apremiante reducir el costo del capital para impulsar la producción de alimentos, buscando reducir la inflación de alimentos, por lo demás, la que más impacta a los hogares de menores ingresos, esto es más del 45% de la población.

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