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Analistas 12/10/2021

Economía: HaHa

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Los designios económicos nos mantienen de mal humor; sus motores son los Haters y Hackers (HaHa).

Difiriendo de lo predicado por quienes enseñan o gestionan asuntos de Economía, Finanzas o Negocios, la realidad demuestra que las dinámicas del mercado no dependen de la oferta y la demanda, sino del egoísmo y la sevicia. Los desequilibrios crecen de manera persistente, igual que los antagonismos (y las colusiones) entre bandos cuyas vanidades y disputas humillan a la dignidad humana, y excluyen a la equidad social.

Eliminemos las fuentes de fricción, como los incentivos a la creación de bienes que, paradójicamente, destruyen el bienestar individual y común; también los patrocinios que refuerzan la arbitraria privatización de los beneficios, y la publicación de las pérdidas. Los Haters (Ha) se nutren del descontento por esa corrupción de la democracia, y la mala regulación o la desregulación económica, donde la cooperación y la competencia son desleales, y los clientes son sujetos de toda clase de abusos, como la manipulación de los datos, las decisiones y los precios, por parte de los Hackers (Ha).

Incluso los sellos de calidad maquillan esa realidad. Verbigracia, extrapolando la reserva tributaria, los Mejores Lugares para Trabajar tampoco publican las ofertas salariales; la etiqueta Ethical Hacker acredita a quienes protegen los bancos, y los chauvinistas acaso podrían atribuirse la denominación Ethical Hater, cuando operan como cazadores de mitos.

Las brechas siguen ampliándose, y el marketing se infiltra en esos vacíos mediante anuncios graciosos (HaHa), que señalan los males de las contrapartes. En general, aunque sus objeciones parezcan convincentes, se limitan a promulgar animadversión hacia otras facciones; y, cuando sus argumentos son robustos, eligen reforzar el malestar situacional para no asumir la responsabilidad de proponer, unir y construir. Ocurre en los cambios organizacionales; las guerras de marcas, barras bravas y caudillismos electorales.

Antes solo se trataba de hacer un comentario tendencioso, a espaldas; ahora, escondidos tras avatares, todos tienen la posibilidad de disparar un clic para ensuciar los «muros» ajenos (haters), aplicando la Teoría de las Ventanas Rotas, o bloquear a quienes desean neutralizar (hackers). Caóticas, las tácticas dominantes son ojo por ojo, terminando todos tuertos o ciegos, y todos contra todos, abandonando a quienes deben seguir reprimiendo reclamos legítimos: a propósito, ¿se ha sentido inadvertido por las empresas de servicios públicos, financieros y de salud, o impotente ante las estratagemas que usan para evadir o eludir sus PQRS?

En esta economía no hay punto medio para los ciudadanos promedio: solo umbrales. Entretanto, a los «influencer», falsos ídolos de la «farsándula», les envían regalos para comprar su silencio o positiva retroalimentación. Ese es el humor negro de la economía, HaHa, que ni reconoce principios ni acata autoridad, mientras que la víctima de su rebeldía, la sociedad NiNi, Ni tiene motivación Ni tiene oportunidades.

Las esperanzas para la modernidad eran las iniciativas socialistas Free Software + Open Source, cuando fungían como Robin Hood. Lástima, tal como nuestras vidas y otros proyectos modélicos, heroicos o gráciles, se mercantilizaron.

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