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Bifrontes, dic. 31 y ene. 1 se rodean de inocentadas y predicciones, retrospectivas o falaces. Analizando las cabañuelas, durante el tercer lunes de enero (Blue Monday), vislumbré el día espejo del año del confinamiento («02-02»; «2020»).
Locombia escenificará otro ‘Día de la Marmota’: aquella historia donde reconocen dicho animal como “vidente de videntes”, y “sabio de sabios”, para determinar el fin del invierno; aquí, los «mentirólogos» son «econometristas», cuyos pronósticos condenan al condicionamiento clásico a esa mayoría que revive diariamente un histérico déjà vu.
Nuestro tiempo es resiliente y retoma la forma del antecesor; perpetúa la polarización entre los ciudadanos, para quienes “cada día es igual de tortuoso”, y el establecimiento que percibe “el vaso medio lleno”. Colmo de males, expresamos inconformidad de manera destructiva, y desaprovechamos el condicionamiento instrumental para inducir cambios.
Realidades paralelas, Claudia López se mimetizó; desgobierna como Petro y Duque, pues sólo era otro meme opositor. Igual que ellos, carecía de competencia para gerenciar desde tiendas de barrio hasta proyectos capitales; no fue capaz de dimensionar la capacidad hospitalaria, y sospecho de su doctorado en seudociencias con cada estadística que publica. Comunicando también decepcionó, porque usa Twitter (personal), como Trump; su trato es tirano con quienes la cuestionan, y sus anuncios son tan súbitos como inciertos, confusos o «contradictores».
Breve digresión, trepadores o rastreros, esos saltos de rama del poder fracasan porque las únicas monerías que saben hacer los «honorables» son actuar con oportunismo, y legislar absurdos que nos mantienen ‘Atrapados en el Tiempo’.
Retomo para señalar que, robando crédito al confinamiento, esa populista se atribuyó “una revolución social en un año” (La República, 19/12/2020). Intenta disimular la farsa de sus Toques de «Quiebra», Plan Marshall y Tropa Social (Esmad), entre otras tragicomedias: verbigracia, violó la bioseguridad por un alumbrado; ignoró la Alerta Roja y los Trapos Rojos (también a Santa Fe y América); disfrutó vacaciones, cual congresista, ostentando beneficios que no perciben los subempleados de las UCI -acuartelados por el covid-, ni los millones de «voluntarios del rebusque» -expuestos por la Guerra del Centavo-.
Impune, la Personería demostró el colapso de la ciudad, y el INS desmintió su excusa de la cepa. Finalmente, ordenó restricciones que exceptuaron a las bombas biológicas de Chapinero (su domicilio), el Centro (su Palacio), los colegios y el Sitp (sus caprichos). Resonaron las campanadas, y en otra entrevista titularon “Lesbiana y humilde” (2/1/2020); sin embargo, además de soberbia, su descolorida igualdad fusionó los caos de la izquierda en la Bogotá de este siglo, y la bicentenaria derecha nacional.
Colorín colorado, el «cuchacho» que está de sabático en Palacio tampoco avizora luz al final del Túnel, y los verdes no ven sombras en su anuncio de primavera, tras contaminar el Pico y Placa, y aplazar el Día sin Carro para algún mañana. Moraleja, desaprovecharon esta tormentosa pandemia para sacarnos del pandemónium, y diario sinsentido.
Promisoria señal, o simple coincidencia, la última permutación de 2020, «20-02», es el Día de la Justicia Social (feb. 20). Amanecerá y veremos.