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Tribuna Parlamentaria 20/02/2020

Regasificar: una necesidad

Gabriel Velasco
Senador
Analista LR

La discusión de la construcción de una Planta Regasificadora en el Pacífico colombiano lleva ya varios años de estar sobre la mesa. En principio, el debate se ha presentado dándole vueltas a tres aristas: la necesidad de la planta, criterios financieros, y la oportunidad para construirla. Lo cierto es que mientras el gobierno pasado y la industria dieron largas en la discusión, paulatinamente vimos como en el horizonte de mediano plazo, nuestras reservas de gas fueron mermando.

Las recientes declaraciones de la Upme en las que indica que dado el ritmo de la demanda actual podría derivar en una crisis de abastecimiento a partir 2024, deben servir de señal de alerta para respaldar el plan de la ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez, quien hace unos días anunció que la Regasificadora del Pacífico sería adjudicada en el segundo semestre de este año.

Para ponerlo en perspectiva, demos una breve mirada a los números: hay 9,9 millones de usuarios de gas natural en el país, en los últimos años las reservas probadas de gas pasaron de 13,5 a 9,8 años; nuestras reservas son de aproximadamente 3 terapies cúbicos de gas, cifra lejana a otros países de la región, y si bien los US$600 millones que costaría la planta y los gaseoductos que la deben acompañar parecen elevados, no existe certeza frente a que mediante la exploración de nuevos yacimientos convencionales logremos suplir la demanda de este hidrocarburo en el país.

Así pues, frente a la necesidad de la planta, es claro que Colombia no puede dilatar la construcción de la misma, sin que esa sea la única medida a tomar para propender por la sostenibilidad energética y la competitividad del país. La exploración de nuevos yacimientos, convencionales y no convencionales, uso de un fracking responsable, y el desarrollo de energías renovables debe complementar cualquier plan de acción del Estado para garantizar suplir nuestra demanda energética a partir de 2024.

Frente a la oportunidad, es claro que debemos actuar de manera preventiva. Cualquier (re)acción posterior a una crisis energética sería insuficiente. Ya sabemos que en Colombia, lastimosamente, la construcción de distintas obras jamás ha durado el tiempo pactado inicialmente, y por lo tanto, no hacerlo ahora sería condenarnos a una crisis de abastecimiento energético.

Finalmente, frente a los criterios financieros, la posibilidad de ser adjudicada a un privado garantiza en parte el cierre financiero de la obra, sin que ello obvie que habrá costos que se trasladarán al bolsillo de los colombianos, en parte por la obra misma, y en parte por el elevado costo del gas importado (unos US$3 más que el nacional); sin embargo, es un costo mínimo si comparamos con el hecho de no contar con la suficiencia energética requerida para que funcione el país.

Tomar más tiempo para la adjudicación de la Regasificadora del Pacífico sería especular con el futuro de nuestro país. El compromiso de éste gobierno con la sostenibilidad energética de Colombia es claro, por ello vemos en esta iniciativa el camino adecuado para garantizar nuestra competitividad desde el Pacífico colombiano y prevenir un posible desabastecimiento futuro de éste valioso hidrocarburo.

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