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Analistas 05/11/2022

Renuncie Ministra

Francisco Mejía Sendoya
Expresidente del Banco Agrario de Colombia

La ministra Irene Vélez es ejemplo de un problema muy serio que hay en la educación. La lista de títulos académicos que ostenta es larga. Sin embargo, ella es producto de una nueva escolástica cuyo objetivo es apuntalar un dogma neomarxista. Muy al estilo de su predecesora medieval, que se ocupaba de temas como cuantos ángeles cabían bailando en la cabeza de un alfiler, y produjo a los Torquemadas de su época, esta escolástica reencauchada no enseña nada útil y desdeña totalmente la evidencia empírica. Pero el problema se salió de las aulas y se instalo en las cúpulas del poder, y eso es muy peligroso para Colombia.

Uno de esos dogmas paganos que profesa la ministra es el del decrecimiento, que según el contexto que ella misma dio en el diario El País de España, tiene como sustento que los países desarrollados se han hecho ricos empobreciendo a los países en desarrollo con la utilización de sus recursos naturales como el petróleo. Eso es puro Marxismo. Es la equivocación de esa ideología que contra toda evidencia sostiene que la economía es un juego de suma cero, donde para hacer riqueza hay que quitársela a otro. Como si no fuera claro que la riqueza no se le quita a nadie, sino que se crea, y en el proceso de creación se irradia para la comunidad. Por eso los países que han logrado superar la pobreza lo han hecho a través de un gran proceso de creación de riqueza por parte de las empresas micro, pequeñas, medianas y grandes.

El petróleo no tenia ningún valor económico hasta que el alemán Nikolaus Otto invento el motor de explosión y Henry Ford lo masifico. Desde entonces, contrario a lo que cree la ministra, todos los países desarrollados que lo tienen lo han extraído, como USA, Noruega, Inglaterra o Canada, y lo siguen haciendo con nuevas tecnologías como el fracking. Pero también se lo han comprado a países en vías de desarrollo. Eso le ha permitido a un país como Colombia obtener las divisas para comprar buena parte de lo que necesita en el resto del mundo, como comida, tecnología, maquinaria, insumos etc, y tener cuantiosos recursos para la inversión social. Así pues, en un análisis muy sencillo, que escapa a la comprensión de la ministra, se concluye que producto de la creatividad de unos empresarios extranjeros que convirtieron al petróleo en algo valioso, los países ricos han comprado este recurso a los países pobres que lo tienen y eso ha sido una bendición para muchas naciones como Colombia.

Ahora el mundo tiene que resolver el problema del cambio climático, para lo cual hay una meta de reducción de emisiones que Colombia debe cumplir, pero donde somos irrelevantes dado que solamente emitimos el 0,3% de esos gases. Ese concepto matemático tan sencillo tampoco lo ha podido entender la ministra que se empeña en que Colombia deje de producir hidrocarburos para salvar el mundo, aunque también dice que podremos seguir consumiendo los que Venezuela nos venda caros. Pero si en algo ayudara eso, entonces ahí si la ministra estaría proponiendo una especie de explotación autoinfligida, ya que los países ricos podrían seguir emitiendo gases sin preocuparse por sus efectos gracias a que el pueblo colombiano se sacrifico hundiéndose en la pobreza para salvarlos.

El principal problema de la ministra no es su torpeza e ignorancia invencibles, es su fanatismo en una cepa mucho mas virulenta del marxismo tradicional, que ya no solamente priva a las sociedades de la riqueza que crea la iniciativa privada, sino también de los recursos naturales que puede aprovechar el estado.

Cuenta el expresidente Uribe que Fidel y Chaves le decían que Venezuela sería el primer país donde se demostraría que el comunismo si funcionaba por su enorme riqueza petrolera. Uribe siempre les dijo que con todo y eso les iba a hacer falta la riqueza que generaba el sector privado para vivir bien, como de hecho ocurrió. Lo de Venezuela aun con petróleo ha sido una crisis humanitaria terrible, pero sin petróleo, las hambrunas africanas serian un pálido reflejo, y a eso nos quiere someter Irene Vélez.

Pero, además, el fanatismo de la ministra destruye cualquier posibilidad de continuar la transición energética, ya que esta necesita para su avance de los recursos que genera el petróleo. Y necesita, además, de alguien que entienda que se puede crecer económicamente a la vez que se reducen las emisiones de carbono, como lo han demostrado varios países. De eso es que se trata la transición.

La ministra Irene Vélez debe renunciar, ella le ha causado al estado, con su ignorancia y fanatismo, el mayor detrimento patrimonial que funcionario alguno haya hecho con sus actos (Petro esta fuera de concurso). Pero no solamente ha afectado al estado con el encarecimiento de la deuda y la perdida de la confianza, sino que también ha afectado el bolsillo de los mas pobres que vía devaluación tienen que comprar un mercado mas caro.

Irene Vélez no va a cambiar porque ella ya tiene el cableado mental del fanático. Seguramente fue adoctrinada desde niña. Ninguna evidencia científica la va a convencer y ningún padecimiento del pueblo colombiano la va a conmover. Ella ha pasado toda su vida en la caverna ideológica y de allí no saldrá. Ella ya es una especie de sacerdotisa del nuevo culto, una Torquemada moderna. Y cada día que pase como ministra, le va a afectar mas la calidad de vida al ciudadano promedio Colombiano.

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