MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
A pesar de los prejuicios que señalan una supuesta apatía juvenil hacia la educación, los datos muestran una realidad distinta: la juventud sí quiere estudiar. La UAO se propuso alcanzar una meta de 9.000 estudiantes al cerrar 2025 y dicha cifra fue superada en el primer semestre de este año. Este logro no es casual, sino el resultado de los esfuerzos colectivos entre la academia, la empresa y, especialmente, el gobierno departamental, que ha sido incondicional al apoyar la educación superior en el Valle del Cauca con iniciativas tan audaces como el programa Digicampus.
La juventud del país quiere estudiar y necesita oportunidades reales para hacerlo. Una de las claves del crecimiento en la matrícula ha sido la oferta multimodal: programas presenciales, virtuales, híbridos y duales, con horarios en la noche y en el día. Hoy, es el alumno quien escoge la modalidad y el horario que más se acomoda a su situación personal, laboral y económica. Además, el campus permanece activo las 24 horas del día, los siete días de la semana y se han implementado cursos bimestrales que permiten avanzar según el ritmo de cada estudiante.
La inclusión también ha sido un pilar fundamental. La alternativa híbrida o virtual facilita el acceso a personas con movilidad reducida o con limitaciones para trasladarse hasta el campus. Ahora, pueden conectarse desde sus hogares o utilizando la infraestructura pública dispuesta por la Gobernación del Departamento del Valle para participar de forma activa en su proceso formativo, optando -si lo desean- por movilizarse hasta la universidad los fines de semana, cuando los tiempos pueden ser más fáciles de manejar. En paralelo, el programa Digicampus ha permitido que jóvenes de los 42 municipios del Valle del Cauca se matriculen y se desplacen en grupo desde sus lugares de origen para realizar experiencias de aprendizajes en el campus físico. Ya no tienen que trasladar su residencia a Cali, evitando los costos asociados de trasteo y manutención.
Las cifras son contundentes: Al terminar 2024, el número de estudiantes matriculados en la modalidad presencial era de 5.641 y al cierre del primer semestre de 2025, la cifra creció a 6.323, de ellos, 670 en doble programa o múltiple modalidad. En la modalidad híbrida pasamos de 861 a 1.049 estudiantes. En la modalidad virtual, llegamos a 2.314 estudiantes, 394 más que el año anterior. En total, la matrícula del primer semestre de 2025 fue de 9.016 estudiantes, superando anticipadamente la meta trazada para todo 2025.
Sin embargo, el reto no es solo atraer estudiantes, sino garantizar su permanencia. Para ello, es indispensable fortalecer los sistemas de acompañamiento y diseñar estrategias de reenganche con quienes, por diversas razones, han interrumpido sus estudios. La educación superior debe adaptarse a la realidad de sus estudiantes, entender sus trayectorias de vida y ofrecer respuestas pertinentes, humanas y flexibles.
En síntesis, la juventud sí quiere estudiar. Lo que necesita es una educación que le abra las puertas, no que las cierre. Y eso solo se logra con compromiso institucional, innovación educativa y políticas públicas que crean en el talento de nuestra juventud.
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente