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ANALISTAS 10/05/2025

La acción política por “la razón y la libertad”

Diego Gómez
PhD, Director ECSIM

La sociedad necesita de una iniciativa política que actúe por la razón y la libertad. Su propósito no serán las mayorías, será una mejor sociedad, será proponer lo justo, necesario, correcto, basado en evidencias y en la ciencia. Deberá ser la alternativa a las ideologías y los pragmatismos eclécticos. De integrar dos ideologías erradas solo puede salir algo peor, y que es el estado de cosas que tenemos en Latinoamérica.

Este racionalismo liberal, en sentido estricto, más que una corriente política, es una postura ética, filosófica e intelectual que transforma las acciones públicas. De acuerdo con Popper, se defiende un modelo de sociedad abierta, caracterizado por instituciones que permiten la crítica, la deliberación pública y la alternancia pacífica del poder político.

Esta propuesta se opone a las sociedades cerradas, en las cuales se privilegia la obediencia a doctrinas inmutables, las creencias o líderes infalibles. Propone una visión evolutiva del conocimiento y la sociedad, donde el cambio es producto de decisiones humanas sujetas a revisión.

En este sentido, el pensamiento de Popper ofrece una propuesta metodológica rigurosa y un marco normativo para las sociedades democráticas. Su énfasis en la crítica, la apertura al cambio y la refutabilidad como motor del conocimiento continúa siendo relevante tanto en debates científicos como en el análisis de políticas públicas y estructuras institucionales.

Este racionalismo liberal fundamentó el desarrollo de propuestas políticas centradas en la autonomía del individuo, la secularización del poder, el diseño institucional basado en principios universales y el uso de la ciencia y la educación como herramientas de mejora social. Pinker sostiene que los indicadores clave del bienestar humano han mejorado gracias a la ciencia, la razón y las instituciones modernas. La humanidad ha logrado reducir las tasas de homicidios, tortura, esclavitud y guerras a gran escala. Atribuye esta tendencia a factores como el fortalecimiento del Estado, la expansión del comercio, la alfabetización, el acceso al conocimiento y el progreso moral derivado del humanismo ilustrado.

Steven Pinker defiende una concepción del racionalismo como fundamento indispensable para el progreso humano, entendiendo por ello no una doctrina rígida, sino una actitud intelectual basada en la búsqueda sistemática de conocimiento mediante la razón, la evidencia y el debate abierto. A su juicio, cuando las sociedades abrazan valores racionalistas como la argumentación lógica, la verificación empírica y la deliberación pública, tienden a resolver mejor sus problemas y a construir entornos más seguros y prósperos. Por el contrario, el desprecio por la razón, que él identifica en ideologías dogmáticas, relativismos extremos o populismos anti-intelectuales, conduce a errores persistentes, conflictos sociales y retrocesos institucionales.

Para Pinker, Popper o Kung es claro que el pensamiento humano está limitado por sesgos cognitivos, intuiciones engañosas y emociones que pueden distorsionar el juicio racional. Por ello, su defensa del racionalismo no supone una idealización de la mente humana, sino la necesidad de crear marcos institucionales y culturales que fomenten el pensamiento crítico, la revisión constante de creencias y el aprendizaje colectivo.

En este sentido, su propuesta es una ética humanista: cultivar la razón y la libertad no solo mejorará la comprensión del mundo, sino que contribuirá a una vida social más cooperativa, justa y sostenible. Somos muchos los que pertenecemos de manera silenciosa, pero comprometida, a este movimiento que construye humanidad.

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