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Analistas 14/05/2019

Ciudades oasis

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Los muy recientes episodios de emergencia ambiental en las ciudades de Bogotá y Medellín, así como la congestión de tráfico, en buena parte asociada al fenómeno ambiental han llevado a muchos a plantearse alternativas de localización en otras ciudades. Es que a diferencia de Argentina, Perú, Chile y Ecuador donde una, máximo dos ciudades concentran la totalidad de la población urbana y de posibilidades de desarrollo económico, en Colombia contamos con un número importante de ciudades que han demostrado responder de manera más adecuado a los nuevos retos urbanos en temas de calidad de vida.

En la lista de ciudades con gran dinámica se encuentran un grupo al que pertenecen Barranquilla. Bucaramanga, Cali, la zona Cafetera conformado por el conjunto conurbado de Pereira, Manizales, Armenia y Cartago. No son estas ciudades las que aparecen necesariamente en los primeros lugares en los índices de competitividad que por lo general lideran Bogotá y Medellín, pero aparecen en otros indicadores que muestran calidad de vida y condiciones de progreso. En educación se destaca Manizales, en facilidad para hacer negocios Manizales y Pereira y Bucaramanga, en formación de clase media y superación de pobreza las ya mencionadas, mientras los bogotanos observamos con envidia la gestión en infraestructura, salud y educación que realizan las autoridades en Barranquilla.

Todas estas ciudades han logrado posicionar centros de educación superior de excelencia que ha provocado un cambio fundamental en el lugar donde se forman las elites de cada ciudad. Mientras a lo largo del Siglo XX las elites económicas, sociales y culturales mandaban a sus hijos a estudiar a Bogotá, porque sentían que en sus ciudades la calidad educativa no tenía el nivel deseado, hoy esos jóvenes se están formando en excelentes centros universitarios en estas ciudades.

La universidad del Norte en Barranquilla, la Autónoma en Bucaramanga, la Tecnológica en Pereira, la Nacional y otras en Manizales, la recientemente transformada Universidad de Magdalena está permitiendo que tanto aquellos que no tenían los medios para mandar a sus hijos a Bogotá o al exterior como los que sí lo tienen, reciban formación profesional idónea en sus ciudades. Otro tanto se puede decir de la educación secundaria y notorio que entre los colegios de mejores resultados en las pruebas de estado siempre aparecen instituciones de estas ciudades, especialmente de Bucaramanga.

Si bien no existen datos oficiales se percibe un fenómeno migratorio inverso en el cual jóvenes profesionales está fijando su proyecto de vida en esas ciudades de las cuales salieron a estudiar, o salieron sus padres, dándoles a estos centros urbanos una dinámica en materia de emprendimiento y de capacidad empresarial. Pero está migrando no es solo aquellos que regresan sino también de otros profesionales que encuentran a Bogotá muy costoso, muy contaminado, muy congestionado y buscan un oasis en estas ciudades.

Estos desarrollos se han dado gracias a las condiciones geográficas del país que permitieron que sitios aislados buscaran su destino, sin embargo, a ello no ha ayudado el persistente centralismo. Todo se decide en Bogotá y a las regiones con gran potencial de desarrollo les toca con las uñas, con los pocos ingresos locales y viajando a Bogotá para mendigar en los diferentes ministerios. Colombia tiene en el siglo XXI el reto del desarrollo regional, descentralizando y permitiendo que florezcan todas esas nuevas ciudades que son el verdadero futuro de Colombia.

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