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Las elecciones presidenciales de 2026 serán las primeras en Colombia donde la inteligencia artificial, IA, no será solo una herramienta, sino un actor silencioso del debate público. No se trata de ciencia ficción, la campaña ya empezó, solo que muchos aún no lo han notado.
En Estados Unidos, los equipos de Biden y Trump ya usaron IA generativa para producir videos, discursos y mensajes adaptados emocionalmente a distintos tipos de votante. Según MIT Technology Review, estas campañas no buscaron movilizar masas, sino influir individuo por individuo, analizando lenguaje, comportamiento e historial digital. A raíz de ese escenario, la Comisión Federal de Elecciones empezó a evaluar la exigencia de etiquetar por ley cualquier pieza política generada con IA.
El verdadero poder de esta tecnología no está solo en crear contenido, sino en decidir a quién mostrárselo. Investigadores de Harvard Kennedy School documentaron cómo en esa elección se probaron discursos distintos para cientos de micro grupos (jóvenes endeudados, empresarios preocupados por impuestos, madres solteras, pensionados), sin que esos mensajes fueran visibles para el resto de la ciudadanía. La conversación política dejó de ser visible para toda la sociedad y pasó a convertirse en micro conversaciones privadas robotizadas, moldeadas por los algoritmos de las diferentes plataformas tecnológicas.
Europa reaccionó inmediatamente. Con el nuevo AI Act y el Digital Services Act, la Unión Europea estableció que toda publicidad política deberá especificar si fue generada con IA y así poder garantizar trazabilidad sobre quién la produjo, quién la financió y a quién llegó. El Parlamento Europeo advirtió que, sin transparencia algorítmica, la democracia pierde capacidad de defensa.
Colombia llega a este escenario sin un marco claro. Hoy no existe obligación de marcar un anuncio político generado con IA, ni de explicar qué datos se usaron para segmentarlo. La Registraduría ha mostrado interés en el tema, y el MinTIC reconoce los riesgos de la desinformación sintética, pero no hay todavía un protocolo electoral específico en construcción.
El desafío no es solo regulatorio. También es educativo. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo señala que más de 70% de los colombianos no identifica cuándo una noticia digital fue producida artificialmente. Estamos entrando a una democracia algorítmica con ciudadanos que aún no saben reconocerla.
Las campañas de 2026 no se jugarán únicamente en las calles o debates televisados, también lo harán en silenciosos algoritmos que personalizan lo que cada persona ve.
El debate ya no es si la IA va a influir. La pregunta es si Colombia la entenderá a tiempo, antes de que la conversación política se decida sin que los ciudadanos lo noten.
El ciudadano común nunca las relaciona con el salario mínimo, pero vive sus consecuencias. Por ejemplo, puede complicar lograr la pensión para algunos Colombianos
Fue un milagro: todos trabajaron sin vanidad. Decidieron como primera conclusión apoyar con convicción a la policía y al ejército para volver seguro todo el país. Luego se pusieron de acuerdo en que la economía exige atención