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Analistas 24/05/2023

¿Quién piensa en los nadies?

Camilo Guzmán
Director ejecutivo de Libertank
Camilo Guzman

En medio de la turbulenta travesía política y económica que enfrentamos hoy en Colombia, se hace cada vez más claro que una tormenta se avecina, una que amenaza con desencadenar una crisis social sin precedentes. La mezcla tóxica de ausencia de habilidades gerenciales en el gobierno del presidente Petro, un exceso de ideología y un evidente deseo de satisfacer los intereses de grupos selectos que contribuyeron a su elección, configuran un futuro preocupante.

En su ansiedad por desmantelar el legado de administraciones pasadas, el gobierno actual parece dispuesto a erosionar nuestros avances en temas vitales. Su anhelo por resucitar la fracasada figura del Seguro Social con su reforma a la salud y la destrucción de los progresos en política social, se unen a la restricción del acceso a vivienda para los más pobres. Pero, sin lugar a dudas, la amenaza más inmediata que debemos enfrentar radica en la propuesta de reforma laboral.

Esta reforma laboral, lejos de proteger a los trabajadores, corre el riesgo de convertirse en un privilegio para unos pocos. La propuesta ignora la realidad laboral de los trabajadores de empresas más pequeñas, que conforman 93,1% del tejido empresarial formal y generan 1,2 millones de empleos, mientras protege a quienes ya gozan de empleo formal en empresas grandes y altamente productivas.

La reforma, en su intención de aumentar los costos de contratación, endurecer los contratos a término indefinido y expandir las figuras de estabilidad laboral reforzada, solo genera obstáculos adicionales para aquellos trabajadores que forman parte de la economía informal o están en desempleo, aquellos que representan 58,5% de la población económicamente activa. Esta reforma laboral perjudica, en especial, a los “nadies”, a quienes la vicepresidente Francia Márquez se refiere, haciendo que el acceso a un empleo formal sea cada vez más una ilusión.

Este escenario nos invita a reflexionar. ¿Qué pasaría si, en lugar de cerrar puertas y limitar oportunidades, impulsáramos un modelo que las amplíe? ¿Qué tal si promovemos una reforma laboral que no solo proteja los empleos existentes, sino que incentive la creación de nuevos, permitiendo a los pequeños negocios florecer sin la sombra constante de la sobrerregulación y las cargas tributarias excesivas?

Soñemos con una Colombia donde las oportunidades de empleo formal no sean un privilegio para unos pocos, sino una realidad palpable para muchos. Imaginemos un país donde la prosperidad y el bienestar sean parte de la cotidianidad de cada ciudadano, donde la generación de empleo no sea una lucha constante, sino una realidad, y donde cada trabajador pueda aspirar a un empleo digno sin vivir en constante incertidumbre.

Imaginemos un futuro en el que cada ciudadano colombiano tenga la oportunidad de desplegar todo su potencial, donde cada trabajador pueda aspirar a un empleo digno y estable sin temor a la incertidumbre. Esto no es solo un ideal, es un sueño compartido que puede convertirse en realidad con nuestro esfuerzo colectivo. Es el momento de construir un consenso alrededor de nuestros sueños para Colombia.

No permitamos que los odios personales, el exceso de ideología y el resentimiento sean los que escriban nuestra historia. Exijamos al Congreso oponerse a la reforma del privilegio y evitemos una catástrofe social.

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