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Analistas 10/12/2025

Mínimos para el 2026

Camilo Guzmán
Director ejecutivo de Libertank
Camilo Guzman

Con las inscripciones de las listas inicia oficialmente la campaña al Congreso en 2026. Para aquellos a los que ganarse cada voto con ideas y propuestas, aquí van algunos mínimos si quieren enriquecer a Colombia.

Primero, entiendan que la riqueza no la crea el Estado. La riqueza la crean los privados cuando se les permite producir, cooperar, arriesgar, competir y crecer sin un Estado encima que estorbe. Un candidato que no comprenda esto está condenado a promover políticas que empobrecen, incluso si lo hace con buenas intenciones.

Segundo, recuerden que en políticas públicas importan las consecuencias, no las intenciones. Lo esencial casi nunca es lo que se ve claramente, o lo que se pretende, sino lo que queda escondido: los empleos que no se crean, los negocios que no nacen, la inversión que se espanta por culpa de una decisión tomada para ganar aplausos momentáneos. Un congresista serio debe pensar más allá del titular fácil y preguntarse siempre por el costo invisible de cada política que promueve.

Tercero, tengan carácter. No para posar de valientes en redes, sino para tomar decisiones impopulares cuando son necesarias. Proteger a la ciudadanía a veces implica enfrentar grupos de presión, intereses creados o sectores que viven del gasto público. Gobernar no es decir que sí a todo, ni administrar expectativas ajenas, es tener la entereza de asumir costos cuando el país lo exige.

Cuarto, no crean ni promuevan aumentos de impuestos. La tentación de financiar cada ocurrencia con más tributos destruye inversión, empleo y crecimiento. Colombia no necesita más carga fiscal, sino mejores decisiones de gasto. Acudir al bolsillo del ciudadano como primera opción es un signo de flojera intelectual y de profunda desconexión con la realidad económica del país.

Quinto, entiendan que cada peso que gasta el Estado es un peso que deja de gastar, invertir o ahorrar el ciudadano. No existe el “dinero público”: existe el dinero de la gente administrado por funcionarios. Esa simple verdad obliga a tratar cada gasto con respeto, prudencia y un sentido claro de responsabilidad. Un congresista que no internalice esto siempre preferirá expandir el Estado, aunque sea a costa de empobrecer a quienes lo financian.

Sexto, defiendan sin complejos la propiedad privada y la libertad. No son lujos ni privilegios; son la base misma de cualquier sociedad próspera. Donde la propiedad se diluye o se cuestiona, la inversión desaparece y la movilidad social se apaga. Y donde la libertad se relativiza, la creatividad, el emprendimiento y la innovación se frenan.

Séptimo, quieran recortar el tamaño y el alcance del Estado. Menos burocracia, menos entidades inútiles, menos trámites, menos gasto político, menos poder para intervenir donde no hace falta. El país productivo no necesita un Estado más grande, sino uno más simple, más claro y más limitado en sus funciones.

Octavo, tengan claro que no toda necesidad ni todo deseo es un derecho. Convertir cada anhelo en un derecho solo crea expectativas imposibles y un Estado que promete más de lo que puede cumplir. Los derechos que requieren protección permanente son tres: la vida, la propiedad y la libertad.

Y noveno, renuncien a privilegios. Vivan como cualquier ciudadano, sin clientelismo, sin mermelada, sin cuotas y sin enriquecerse en el cargo.

El voto no hace milagros, pero sí evita daños profundos. Exijamos mejores candidatos. Exijamos carácter. Exijamos libertad.

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