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Esta semana la izquierda -el Pacto Histórico- ungió a su candidato para las elecciones presidenciales de 2026. Y aunque para nadie fue una sorpresa que Iván Cepeda fuera el elegido, su popularidad y el peligro que representa, deberían ser un campanazo de alerta para todos los que queremos evitar que la izquierda se perpetúe en el poder. Es más peligroso que Petro y más comunista que Trotsky, a quien pareciera emular en todo, incluyendo la frialdad para destruir a sus enemigos, por lo que no lo podemos subestimar.
Alega que a su padre lo asesinó el establecimiento político, utilizando la misma narrativa de la izquierda para responsabilizar al Estado del exterminio de la Unión Patriótica. La comunidad internacional lo reconoce como víctima y defensor de derechos humanos, lo que la ha garantizado el apoyo irrestricto para hacer un trabajo de base o ‘grassroots’ por todo el territorio nacional. Yo lo he tenido tras bambalinas de contraparte en múltiples procesos ambientales, de derechos humanos y de tierras, y sus métodos son impecables. Deja que otros hagan el trabajo sucio, mientras él posa de ideólogo y de humanista. Se apoya en ONG’s y abogados fletados para infiltrar a las comunidades y adueñarse de sus causas jurídicas y sociales. Dice representar los intereses de los más pobres y necesitados, convirtiéndose en un mago para transformar el dolor ajeno en un negocio para su causa política.
En el proceso contra el expresidente Uribe, vimos cómo no sólo logró voltear la torta y pasar de sindicado a víctima, sino demostró que sus tentáculos alcanzan los niveles más altos del poder público. En la izquierda lo respetan y lo glorifican, pero la mayoría de sus aliados le tiene miedo. Por más de 15 años ha sido capaz de arrodillar al mejor presidente de Colombia; logró un Acuerdo de Paz con Santos que le otorgó todo tipo de prebendas y beneficios a sus socios en la narcoguerrilla de las Farc; se inventó la política de Paz Total para terminar de otorgarle salvoconducto a narcos y delincuentes en las cárceles; y ahora se hace elegir como candidato único de la izquierda, doblegando a ‘Pinturita’ y poniendo contra las cuerdas al candidato del petrosantismo, al camaleón Barreras.
Normalmente un personaje de su estirpe y carácter moral no debería preocuparnos, pero cuando vemos que Petro aún mantiene un 40% de popularidad -a pesar de la debacle de este Gobierno- todo es posible en la viña del señor. Uno discute con votantes de izquierda, y nada parece hacer mella. No importa el irrespeto moral y los vicios del señor Presidente; su corrupción o falta de resultados; el mensaje de odio, venganza y polarización; o su apoyo irrestricto al narco-régimen de Maduro. Si no despertamos, al toro SÍ lo capan dos veces.
Por lo tanto, si queremos derrotar a este engendro farianopetrista en la próxima contienda electoral, tenemos que asegurarnos que la derecha prontamente seleccione un candidato de unidad nacional, como proponen Uribe, Gaviria y Vargas Lleras, y empezar a tomar al diablo por los cuernos. Debemos ir más allá y cantar el ‘bluff’ de Santos. Invitarlo a la coalición -o mesa de juego-, forzarle su mano y obligarlo a exponer sus cartas.
Es momento de ver si este tahúr va a seguir actuando como abogado del diablo, o finalmente va a cumplir con su responsabilidad histórica para ayudar al país a regresar por la senda del señor.
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