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Analistas 04/03/2023

¡No, por ahora!

Amylkar D. Acosta M.
Docente de la Universidad Externado de Colombia

A este cuento, como dicen en mi tierra, le falta un pedazo, porque, como lo afirma el gerente del Grupo Energía Bogotá, Juan Ricardo Ortega, “si van a traer ese gas desde Venezuela, tendrían que tener contratos con distribuidores y transporte. Nadie relevante ha tenido conversaciones de esa naturaleza y estos convenios toman tiempo en su maduración. Sorprende que la comercialización no la haga Ecopetrol”. Y como es sabido el Convenio suscrito en su momento entre la estatal petrolera colombiana y Pdvsa fue liquidado debido a su incumplimiento por parte de esta. Mi percepción es que, como dice el adagio popular, hay quienes están ensillando sin traer las bestias.

Lo ha dicho con toda claridad el director DNP, Jorge Iván González, “nosotros lo que pensamos, desde Planeación Nacional, es: vamos despacio. En la medida en que vamos haciendo la transición energética, pues vamos reduciendo la dependencia de petróleo, pero eso es progresivo”.

Desde luego, en el largo plazo no se puede descartar la integración energética entre los dos países, como se intentó sin éxito por parte de los expresidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez en 2004, cuando acordaron construir un gasoducto bidireccional que garantizara el abastecimiento de gas de ambos países, pero que solo operó en un solo sentido, pues mientras Colombia le suministró 150 Mmpcd de gas a Venezuela entre 2007 y 2015, Venezuela incumplió su compromiso de hacer lo propio a partir de 2016, cuando debió entregar un volumen equivalente a Colombia. El ministro de Comercio, Germán Umaña, fue enfático al precisar que “tenemos un vecino que tiene reservas inmensas de gas y como lo dijo el ministro Ocampo puede haber una complementariedad” hacia el futuro.

Dos de las lecciones aprendidas de la crisis energética de la Unión Europea es que la transición energética no debe poner en riesgo la seguridad energética y tan importante como ésta es la soberanía energética. Colombia, sobre todo después de este nefasto antecedente, no puede exponerse a un desabastecimiento dependiendo de Venezuela, tanto más en cuanto que, más allá de los ocho años de autoabastecimiento que tenemos asegurados, a la vuelta de cuatro o cinco años se aspira y se espera que los nuevos descubrimientos de gas natural en Colombia (bloque Tayrona: Uchuva (una nueva Provincia gasífera y Gorgon) estén en producción.

En concepto del CEO de Frontera Energy, que opera en el país, Orlando Cabrales, “en Colombia hay grandes yacimientos de gas para exploración y producción, por lo que consideramos que su extracción local debe ser una prioridad. La seguridad energética del país se debe construir con los recursos nacionales y el gas de Venezuela podría servir como respaldo” y sólo como eventual respaldo. Ahora bien, huelga decir que para ser viable importar gas desde Venezuela esta debe contar con excedentes exportables así como con las facilidades de transporte del mismo. Y ni lo uno ni lo otro se podrá dar en el corto plazo.

En cuanto a excedentes exportables, es muy dudoso, toda vez que las reservas y la producción de gas natural, en una altísima proporción están asociadas a la producción de petróleo, no se trata de gas libre y por lo tanto con la caída de la producción de petróleo desde los más de 4 millones de barriles/ día de enantes a menos de 750.000 barriles, la producción de gas ha caído en la misma proporción.

En cuanto a las facilidades para la entrega de gas a Colombia se requeriría en primer lugar reconstruir los 224 kilómetros de longitud del estragado gasoducto Antonio Ricaurte, con capacidad de transporte hasta 450 Mmpcd, que une la Estación de Ballena en La Guajira con la Planta de Ramón laguna en el Estado Zulia y construir la infraestructura que permita traer el gas desde el Oriente de Venezuela hasta empalmar con el Antonio Ricaurte. Uno y otro demandan ingentes recursos de inversión y tardarían en estar disponibles no menos de dos años.

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