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Analistas 21/11/2023

Milei presidente

Alfredo Sarmiento Narváez

Sé de algunos libertarios que creen que las monarquías pueden resultar más funcionales a sus causas; otros, no disimulan su antipatía con los procedimientos democráticos y promueven las manos fuertes de unos cuantos, siempre y cuando trabajen en pro del individualismo rabioso y del absolutismo del mercado.

Es gran noticia que Milei, libertario reconocido y comunicativamente transparente, autoproclamado como derechista, y reconocido como tal en el vecindario por sus émulos, haya sido elegido bajo un procedimiento democrático que le da un mandato legítimo para gobernar su país.

En el ejercicio del gobierno, Milei abocará sinfín de eventos que podrán a prueba su talante democrático; si logra pasar esas pruebas con talento y creatividad, la merecida efusividad del triunfo en el procedimiento electoral de estos días, trascenderá y revestirá a Milei de una gloria duradera en la historia de su país y América Latina.

El triunfo de Milei representa la derrota inmediata del kirchnerismo que sometió al pueblo argentino a un modelo populista de izquierdas cada vez más siniestras, que a nombre de la igualdad, instauró un modelo colectivista, estadocéntrico y mercadofóbico insostenible. Personalmente celebro ese triunfo.

¿Y qué sigue? ¿Podrá Milei ya en el ejercicio de su gobierno transmutar esa matriz inspiradora de los populismos latinoamericanos que es el peronismo y que impacta las creencias y hábitos de su propio pueblo? ¿Se dejará llevar Milei, ya como presidente y no como candidato, a la trampa de enfrentar un populismo colectivista de izquierda siniestra, con un populismo de derecha radical, que a nombre de la libertad, termine en un individualismo rabioso, mercadocéntrico y estadofóbico?

Hay que decirlo: todo populismo es catastrofista en los diagnósticos, mesiánico en las soluciones, histriónico en las campañas y caudillista en los liderazgos. ¿Resistirá Milei esas veleidades? Ojalá.

Claro que las sociedades latinoamericanas, entre ellas Argentina y Colombia, necesitan modelos políticos, económicos y sociales que rompan los vicios que imponen esos “ogros filantrópicos” con elefantiasis estatal, prepotentes con los ciudadanos e impotentes ante diversas mafias de la corrupción y la violencia que medran en su nombre.

Sin embargo, la claridad anterior, exige una visión doctrinal, una praxis consecuente y entender que la libertad, no se defiende solo a punta de carajos excitantes, sino que también exige altas dosis de pedagogía en materia de solidaridad, bien común y responsabilidad.

Los problemas de las democracias latinoamericanas no se resuelven con menos democracia sino con más y mejor democracia, con más y mejores empresarios y con más y mejores trabajadores.

Los gobiernos que reciben mandatos legítimos de sus pueblos, como el que Milei acaba de recibir, necesitan actuar en términos de sostenibilidad económica, social, ambiental, digital, energética y alimentaria, sostenibilidades que solo se logran en el marco de renovadas y creativas alianzas privado-públicas-comunitarias.

América Latina no debe seguir perdiendo energías en la puja estéril entre estadolatrías-mercadofobias vs mercadolatrías-estadofobias.

Mientras tanto en Colombia, un Petro, cada vez más Maduro, es objeto de reiterados golpes de estadio.

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