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En los últimos días el crecimiento económico volvió al centro de debate cuando se le otorgó el premio Nobel de Economía a Mokyr, Aghion y Howitt, quienes explicaron que este puede ser sostenido en el tiempo a través de procesos de innovación. Pensar y argumentar en términos de crecimiento económico sostenido es muy relevante porque es lo que permite verdaderamente elevar el ingreso per cápita de los ciudadanos y sus niveles de bienestar.
Y, por ello, es que todas las instituciones y analistas hablan de él. Recientemente, el FMI reveló su documento de proyecciones económicas mundiales, WEO, donde muestra que el PIB mundial crecerá cerca de 3% real en 2025-2026. Según este documento, Estados Unidos crecerá alrededor de 2% en 2025-2026, la zona euro más cerca de 1% y China lo hará entre 4,7% y 5,2% en estos años. La incertidumbre que permanece ante las medidas comerciales provenientes de Norteamérica (aunque acotadas y, en algunos casos, aplazadas) y la desaceleración del crecimiento basado en inversión en China serán determinantes en estos resultados.
En América Latina, las economías crecerán, en promedio, 2,4% real en 2025-2026 con los contrastes habituales. Por ejemplo, Argentina se recuperaría a niveles superiores a 4%, Perú a 3%, Brasil y Chile más cerca de 2% y México a 1% real. En el caso colombiano, el PIB se expandiría a 2,4% real en 2025-2026, impulsado por un crecimiento transitorio del consumo, y un rebote de la inversión que la llevaría hasta 17% del PIB, aunque aún por debajo del umbral de 20%.
Así, aunque en nuestro país las noticias son “relativamente buenas” en este frente, deberíamos estar pensando en cómo crecer más, de forma sostenida y en el sector formal. Algunos dirán que los economistas somos caprichosos con las cifras, pero esas variaciones pueden marcar la diferencia en el grado de bienestar de las personas.
Por ejemplo, con un crecimiento poblacional muy bajo como el actual, crecer a 2,5%, como hoy, implica que el país solo podría duplicar su ingreso cada 28 años, luego cada generación solo verá cambios sustanciales en su nivel de bienestar al final de su vida activa. Si creciéramos a 4%, esa duplicación sería cada 18 años, alcanzado el estándar de la España de hoy, pero en una década. Finalmente, con una expansión de 6% real, podríamos doblar nuestro ingreso cada 12 años, como lo hicieron Chile y muchos países del sudeste asiático, donde las generaciones actuales han podido duplicar su ingreso hasta cuatro veces en toda su vida laboral.
Por eso en Colombia deberíamos estar debatiendo es sobre cómo llegar a la meta volante de 4% de crecimiento real, para luego buscar 6% real de manera sostenible, lo que implica volver a elevar los niveles de inversión privada que apalanquen el crecimiento futuro del país. Para ello se requiere sentar estabilidad en las reglas de juego, mejorar la seguridad y reducir sobrecostos económicos, como los laborales o de transporte, que hoy impiden cualquier inversión formal. Solo de esa forma podrán volver a florecer sectores clave como el minero-energético, la construcción e infraestructura, y aquellos necesarios para la diversificación exportadora y la generación de empleo de calidad, como la industria y la agricultura.
Esto es lo que deberíamos estar escuchando ya de los candidatos a la presidencia para el periodo 2026-2030.
La tarea es encontrar un punto medio entre un aumento de los ingresos y evitar excluir a más personas de la informalidad, además de los efectos inflacionarios
El Distrito debe tener en cuenta, no solo los costos unitarios, sino también las capacidades de infraestructura, la atención efectiva a las necesidades particulares de los entornos, y la composición poblacional en las localidades atendidas