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Analistas 10/08/2023

Celebrar ruidosamente

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

Como muchos otros analistas, me uno a la celebración de los 100 años de la misión Kemmerer que fue la génesis del Banco de la República, la Superintendencia Financiera y la Contraloría.

Esta celebración debería ser muy ruidosa para que todos los colombianos nos demos por aludidos de lo importante que ha sido para el país contar con estas tres instituciones. Y esa importancia proviene de los grandes logros socioeconómicos que ha logrado Colombia gracias a esta institucionalidad.
A continuación, me concentraré en el caso del Banco Central y cómo su gestión ha permitido que muchos colombianos hoy estén mejor.

El BR nació en 1923, al finalizar la Misión Kemmerer y por un azar del destino (una crisis) que aceleró su aparición y funcionamiento. En las primeras décadas del siglo XX su papel fue fundamentalmente de apoyo sectorial y crédito de fomento. Pero, el gran hito posterior fue el logro de su independencia gracias a la Constitución de 1991, que creó su junta directiva y le otorgó la función principal de garantizar el poder adquisitivo de la moneda, que es otra forma de decir que garantice una inflación baja y estable (en coordinación con la política económica).

Además de su función como autoridad monetaria, la Constitución le otorgó el de autoridad cambiaria y crediticia, para que garantice la liquidez que permita el correcto flujo de recursos hacia los mercados de crédito. Esta labor la ha cumplido correctamente aun en épocas difíciles como al inicio de la pandemia (marzo de 2020) o más recientemente ante la baja ejecución presupuestal del gobierno (aunque en esta coyuntura podría profundizar sus medidas y ensayar otras).

En materia monetaria también ha cumplido a cabalidad. En 1999-2000 logró encausar la inflación a niveles de un dígito (ayudado por la recesión de entonces) y en 2009-2010 la llevó a la meta de largo plazo que fijó (2%-4%). Esto lo ha logrado haciendo uso de instrumentos, como la tasa de interés, que le permite el esquema de inflación objetivo y a la ganancia en reputación antiinflacionaria que hoy ostenta y que permite mantener ancladas las expectativas inflacionarias, aun en períodos de desvío como el actual, donde el mercado sigue pensando que la inflación retomará su senda de largo plazo a inicios de 2025.

Los beneficios de esto son inconmensurables y deberían ser más valorados en el debate público. Por ejemplo, los hogares colombianos hoy pueden tener la tranquilidad de que el impuesto más regresivo de todos (la inflación) no los va a afectar de manera permanente, algo que se vuelve vital para los hogares de más bajos ingresos, que tienen menor flexibilidad para defenderse ante alzas de precios.

Además, esto ha permitido la creación de mercados de largo plazo (en moneda local), impensables hace varias décadas. Hoy es posible que las empresas se financien de forma estable en plazos largos, logrando más fácilmente cierres financieros de proyectos, y que los hogares puedan comprar vivienda nueva o usada a crédito con cuota/tasa fija (sabiendo cuánto pagan cada mes) a 15 o 20 años, lo que facilita su adquisición.
Por ello, los invitados más ruidosos a esta celebración de 100 años deberían ser todos los hogares colombianos (especialmente los de bajos ingresos), los dueños de vivienda y las empresas del país. Terminada la fiesta, nuestro deber es seguir siendo la primera línea de defensa de la independencia del Emisor.

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