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Analistas 09/11/2021

¿Atajos?

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

Siguen apareciendo ideas que en lugar de promover el debate profundo de las reformas que necesita el país para recuperar la senda de crecimiento que perdió tras la crisis derivada del covid-19, buscan es idealizar atajos que terminarían haciendo más daño que la propia Pandemia.

Analicemos solo tres ejemplos.

El primero es la idea de imprimir masivamente billetes. Como si fuera novedosa, gana carrera la idea de que la respuesta a los problemas es emitir billetes para pagar las deudas sociales que dejó la Pandemia y financiar más subsidios. Claramente el objetivo es loable pero el instrumento equivocado.

Una impresión masiva generaría una inflación sin precedentes en las últimas décadas en el país, rompiendo los mercados de largo plazo y llevando a mayores niveles de pobreza. Los ejemplos saltan a la vista: Venezuela y Argentina en la actualidad o Perú en los 90s.

El segundo ejemplo es la idea de gravar solo a los “ultrarricos” del país. Esta idea luce atractiva para la población pues evidentemente en una sociedad justa, los más ricos son los que más deben pagar. Pero no pueden ser los únicos.

Que solo paguen los 4.000, 40.000 o 400.000 más ricos como atajo para solventar los desbalances fiscales lo que termina generando es lo contrario, menos recaudo para gastar en las necesidades sociales del país. En un mundo globalizado, los ultrarricos del país al ver tasas expropiatorias, tomarán la decisión racional de irse a otras jurisdicciones. Y no piensen en paraísos fiscales, hay innumerables países donde las tasas efectivas de tributación son claramente inferiores.

Por ello, si bien la consigna de una adecuada estructura tributaria es que los ricos paguen más, la tributación también debe extenderse a otras capas de la población, buscando además empoderamiento general con los bienes públicos que el recaudo financia. Y a esto, debemos sumar la dirección que ya han tomado muchos países, que se basa en gravar cada vez más el consumo y goce de la riqueza en vez de su generación.

El último ejemplo es la idea de “tomar” los recursos ahorrados en los Fondos de Pensiones privados como caja del Gobierno. Luce muy atractivo, como ya hizo Argentina, tomar parte de los 30 puntos del PIB ahorrados en las AFPs para gastar en las propuestas del gobierno de turno, eludiendo la restricción fiscal y prometiendo apuntar en algún excel los compromisos que quedan adquiridos con todos los ahorradores de esos recursos que los guardan para su pensión.

El gobierno de turno contará con amplios recursos de caja, que le permitirán evadir análisis de costos-beneficio en proyectos para gastar en aceitar maquinarias electorales permanentes a costa de las generaciones futuras. Estas tendrán que pagar muchos impuestos para honrar los compromisos adquiridos por dicho gobierno con los ahorradores a los que les sacaron los recursos de sus cuentas de ahorro pensional. Lo anterior sumado al destrozo del mercado de capitales, donde las AFPs son un jugador muy importante, son apenas la punta del iceberg de un atajo que genera más problemas que soluciones para todos, excepto para el gobierno que lo implementa.

Los atajos son muy atractivos, pero siempre terminan llevando a personas, empresas y países hacia lugares peores. Solo el trabajo arduo y constante y el ánimo reformista logran avances perdurables en materia de bienestar general. La historia de Colombia en los últimos treinta años lo demuestra.

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