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EDITORIAL

Una clase dirigente muy problemática

miércoles, 13 de mayo de 2015
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El consenso en torno a los temas fundamentales debe avanzar, pero los intereses políticos individuales afloran

Algunos empresarios extranjeros con quienes se habla todos los días en la ardua tarea de hacer un diario de economía y negocios, no comprenden el síndrome o el trastorno que padece Colombia. No entienden como la institucionalidad se debilita con el paso de los días y la clase dirigente siempre actúa cada uno por su lado, dando muestras de un individualismo feroz que no deja avanzar el país en unos consensos mínimos, como pueden ser el proceso de paz con las guerrillas y el necesario proceso de reinstitucionalización de la política y la justicia.

No es sino que el Gobierno Nacional active políticas públicas para avanzar en esos dos procesos para que salgan dirigentes con peso específico para atravesarse y dañar todo. Miremos solo el caso de la suspensión de las fumigaciones con glifosato, un veneno ambiental letal que no solo le hace daño a los cultivos de coca y marihuana, sino que no hace la diferencia con los de ‘pan coger’ de los empobrecidos campesinos, quienes no solo pierden sus cosechas legales, al tiempo que ven como se enferman ellos y sus familias. Está claro no es sano que en el territorio nacional llueva veneno y ya era hora de suspender esa actividad. Criticarlo desde las ciudades es muy fácil, pues desde las oficinas del Congreso todo se ve muy fácil, pero es en las regiones conflictivas en donde se siente el daño.

No hay consenso en los temas fundamentales y no hay un liderazgo del Gobierno Nacional por lograrlos. ¿Cómo siguen habiendo sectores económicos, sociales y políticos que se oponen al proceso de diálogos con la guerrilla? Es increíble, pero cada día salen más adeptos con justificaciones más absurdas e individualistas, que propagan la idea que es mejor suspender el proceso o llenarlo de leguleyadas que llegar a un acuerdo final a un conflicto que padece el país desde hace sesenta años.

Vivimos un momento único de avance en un proceso de diálogo que no se debe dejar parar y mucho menos echar para atrás, pero para desarrollarlo y lograr algo sólido se necesitan respaldos importantes por parte de los empresarios de todos los sectores económicos. La paz no es solo de las regiones afectadas por los ataques guerrilleros ni de las fuerzas armadas que ponen las víctimas, la paz es de todos y vivir en paz es uno de los anhelos nacionales más preciados. La economía de este 2015 pinta bien, no excelente ni mala, pues un 3,2% no es una cifra despreciable en un entorno mundial donde los países emergentes y los desarrollados no superan 2,0%. Pero si no se actúan en contra de la incertidumbre política la situación empeorará y las cifras pueden tender a la baja.

Colombia debe recuperar la ilusión de que en paz el futuro será mucho mejor.

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