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EDITORIAL

Un momento de oro para las cámaras

miércoles, 4 de septiembre de 2013
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La Asamblea de Confecámaras es una gran oportunidad para revisar los nuevos brotes de centralismo que germinan

La Asamblea de Confecámaras es una gran oportunidad para revisar los nuevos brotes de centralismo que germinan
 
Las cámaras de comercio han tenido un importante recorrido en la historia moderna del país y en algunos casos, en particular en las ciudades capitales, han jugado un papel determinante en el desarrollo, más dado su perfil cívico, sin perder el carácter gremial. En 1878 se conformó un comité de comerciantes, con la idea de fundar la Cámara de Comercio de Bogotá, pero solo 12 años después el Legislativo expidió la Ley 111 de 1890 que reglamentó los principales aspectos sobre el funcionamiento de estos organismos regionales.  Eso llevó a que la Cámara de Bogotá fuera una realidad en 1891, que desafortunadamente por la guerra civil del momento y luego la guerra de los mil días, solo pudo arrancar en 1904, año en el que también nació la Cámara de Comercio de Medellín. En ese orden, el país está a punto de cumplir un siglo del inicio de este experimento de empuje empresarial hacia el desarrollo local.
 
La asamblea de la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio, Confecámaras, es una oportunidad para reflexionar sobre el papel de estas entidades en el desarrollo regional, la descentralización y la autonomía regional, temas de actualidad, en el entendido que los problemas sociales que enfrenta el campo están vinculados al manejo que se le da la política territorial. La realidad es que pese que la Constitución de 1991 establece en su artículo 1º que Colombia es un Estado descentralizado con autonomía de sus entidades territoriales, lo cual implicaría el diseño de una nueva organización territorial, que no se ha dado, en buena parte porque la misma Corte lo ha limitado, como lo han hecho notar importantes juristas.
 
El hecho es que el país se ha detenido en un proceso de descentralización y por el contrario ha vuelto a imperar el concepto de Estado-Nación, como elemento básico de nuestra configuración política territorial. Solo queda la elección popular de alcaldes y gobernadores como elemento fundamental del esquema, pero hay evidencias cada vez más contundentes de la pérdida de espacio regional en la toma de las decisiones que tienen que ver con su propio destino. El país no puede seguir con el esquema de que el Ejecutivo va y viene arreglando los problemas de todas las regiones. 
 
Las Cámaras deben jugar un papel determinante en ese proceso de descentralización y autonomía que se debe recuperar para bien de Colombia. Y este debe ser un tema de asambleas como ésta que realizan las 57 cámaras en Cartagena. En ese orden deben llamar la atención del gobierno, dada la mayor credibilidad que otras instancias gremiales que congregan a los alcaldes, gobernadores, diputados y concejales. Ese carácter de seriedad y de defensa de los intereses locales debe ser una constante de sus juntas directivas y presidentes ejecutivos, por encima de las apetencias personales y políticas que se ven en algunos sonados casos, que es de esperar se solucionen pronto.

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