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Los nuevos alcaldes de Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla tienen la obligación de cambiar la partitura política y económica y repensar en un país más incluyente
El panorama político colombiano cambió radicalmente a la luz de los resultados de las elecciones locales y regionales realizadas ayer en todo el país. El triunfo de Claudia López en Bogotá; de Daniel Quintero en Medellín; Jorge Iván Ospina en Cali y Jaime Pumarejo en Barranquilla pintan un panorama muy distinto a partir de enero de 2020. Es una nueva realidad política que debe ser más incluyente en materia de políticas públicas.
No es un momento de revanchismos ni mucho menos de resentimientos; el pensamiento de centro izquierda tiene la oportunidad de oro para aportarle al desarrollo del país desde sus ópticas sociales. Ahora le queda al Ejecutivo trabajar con estos nuevos alcaldes y entre ambos llevar a otra etapa de desarrollo al país.
Un país más incluyente, no por marchas y protestas que pululan en la región, sino por las urnas; lo que ha pasado es una lección de que la democracia funciona en un país azotado por el flagelo del narcotráfico que ha degenerado en guerrillas. La Colombia de 2020 a 2024 no es un experimento social, es un hecho real que debe salir bien con el compromiso de todos. Es un momento de grandeza de construir sobre lo ya construido, de administrar sin retrovisor y seguir trabajando en la reducción de la pobreza los departamentos y ciudades. Los colombianos asisten ahora a una realidad distinta y le ha entregado a líderes atípicos de sus principales capitales el manejo que debe ser más responsable y con mucha ejecución de las obras que necesita el país.
La alcaldesa electa de Bogotá, Claudia López, tiene la enorme responsabilidad de manejar un presupuesto que supera los $25 billones, pero así el monto parezca alto, las necesidades de inversión social son enormes, pues la capital alberga casi 8 millones de habitantes y ha tenido que acoger a casi un millón de venezolanos. Debe concentrarse en hacer crecer a las empresas mixtas de la ciudad como el Grupo Energía Bogotá y la ETB, empresa que ha descartado vender. Es importante que ha dicho continuar el metro de la saliente administración. Por su parte, el alcalde electo de Medellín, Daniel Quintero, ex viceministro de MinTIC, debe superar las discusiones peregrinas sobre izquierda y derecha y concentrarse en hacer de EPM una empresa más sólida que la que recibe. Cabe recordar que Quintero ha sido un fuerte crítico del manejo que se le ha dado a la trama de Hidroituango, pero ahora como alcalde debe ayudar a construir. En Cali, repite Jorge Iván Ospina, quien ganó con contundencia y deberá mantener la línea que ha recuperado en desarrollo la capital del suroccidente del país. Y queda, Jaime Pumarejo, quien ganó en Barranquilla y tiene el reto de no ser inferior a sus antecesores quienes han puesto a la capital del Caribe colombiano en el monitor empresarial.
Cambiar la partitura política no es otra cosa que ser incluyentes en todas las esferas, no solo en lo social, sino en lo económico, pues las capitales necesitan repensarse en un país que se urbaniza a pasos agigantados. Somos muy optimistas del futuro del país y los retos que estos nuevos alcaldes y gobernadores son enormes en una región que pide cambios radicales para hacer partícipes a todos los nacionales.
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