Remplazar el petróleo es una tarea muy seria

Colombia y sus hacedores de políticas públicas son muy locuaces en términos de discurso, pero a la hora de ejecutar y hacer las cosas se quedan solo en buenas intenciones. La afirmación viene a colación porque es un hecho indebatible que el mundo está en transición de combustibles fósiles a energías renovables u otras mucho más potentes como las nucleares.

Al final de 2023 han sucedido dos hechos que bien se pueden empaquetar: el primero es que en Dubái, en donde tuvo lugar la cumbre de cambio climático, COP28, se alcanzó un acuerdo inédito para abandonar progresivamente los combustibles fósiles, considerados los principales culpables de la emisión de gases de efecto invernadero y del calentamiento global.

El segundo hecho es que la Agencia Internacional de la Energía, AIE, recortó en 400.000 barriles su estimación de la demanda de petróleo en 2023, que ya llega a su final, al tiempo que afirmó que el crecimiento de la demanda de crudo seguirá frenándose en 2024.

Dos hechos que deben poner a pensar no solo al Gobierno Nacional sino a los gremios de la producción petrolera y otros energéticos para apurar acuerdos sobre cómo no dejar a la economía del país sin los ingresos que la han sostenido durante más de medio siglo.

La pregunta es muy simple: qué le pasará a la economía colombiana si el mercado deja de comprar la misma cantidad de petróleo que viene haciendo; o mejor, con qué productos se van a reemplazar las ventas al exterior de petróleo, combustibles líquidos y otros productos extractivos relacionados con la industria, cercanas a los US$15.000 millones; cuestiones que se han quedado en discusiones políticas, mas no en una agenda seria liderada por los protagonistas del sector.

Colombia está dentro de los 20 países que más petróleo venden en todo el mundo y es el producto número uno en las exportaciones, lo que le convierte en una fábrica de divisas, por ahora, irremplazable.

La empresa estatal-mixta, Ecopetrol, le aporta anualmente más de 2,5% al PIB del país. Son ingresos billonarios dados los grandes ingresos no superados en la historia por ninguna otra empresa, unos $170 billones anuales.

Lo importante en este momento es que no se puede hablar más de suspender deliberadamente la exploración ni mucho menos la venta de crudo al mundo, lo que no sería distinto a un suicidio económico, máxime en un país lleno de pobreza como es Colombia.

La economía global aún se mueve con petróleo y eso es bueno para Colombia, lo malo es no saber qué hacer, no tener una prospectiva bien hecha hacia el futuro inmediato. “El mundo consume 101,7 millones de barriles por día de media, la producción, según la AIE, está en 101,9 millones de barriles, 1,8 millones de barriles más que en 2022 y ello a pesar de los sucesivos recortes de producción de una Opep+ que está quedando eclipsada por el bombeo de otras potencias, principalmente, Estados Unidos”.

De ese monto, Colombia aporta casi 800.000 barriles diarios, producto y sector que es el sostén del país. Es un sinsentido hablar de parar el aporte petrolero a la economía, pero más descabellado es no tener un plan de cómo se van a remplazar esos números, máxime cuando el mundo le ha puesto un cronograma o fecha de vencimiento a las actividades que generan cambios climáticos. Una dura tarea que hay que hacer.