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EDITORIAL

¿Qué pasó con la Misión Tributaria?

martes, 17 de febrero de 2015
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El Gobierno debe sensibilizar más el pago de impuestos y no hablar de ellos solo en tiempos de reforma tributaria

El Ministerio de Hacienda quedó la con la tarea de organizar una Misión Tributaria que explorara todas las posibilidades para ejecutar la llamada reforma tributaria estructural, mediante la cual se modifique el abultado estatuto de impuestos y se evite por algunos años los acostumbrados proyectos ‘exprés’ para tapar los huecos fiscales de coyuntura. El asunto fue noticia de primera página durante el último trimestre del año pasado, pero el Gobierno Nacional no ha adelantado mucho en tal sentido, y así las cosas, lo único que estamos viviendo es un conteo regresivo hacia otra reforma tributaria de urgencia, tal como ocurre cada veinte meses.

La Misión Tributaria es una urgencia para las finanzas estatales y es una tarea que se debe llevar a cabo para subsanar la colcha de retazos en que se ha convertido nuestro sistema, que no se mide por su organización y facilidad, sino por su capacidad de recaudo para tapar las necesidades presupuestales del momento. Esta Misión debe estar conformada por técnicos de muy alto nivel, especialistas en tributación; por profesionales externos ojalá de la banca multilateral y bajo la asesoría de la Ocde, de tal manera que se ponga al día nuestro sistema comparado con los mejores. No puede conformarse o convocarse con los mismos tributaristas locales que cada año se lucran asesorando a grandes empresas sobre cómo eludir sus responsabilidades en el pago de impuestos. Con la Misión se debe evaluar bien la puerta giratoria, pues es bien sabido que no son muchas las inhabilidades para ser consejero de cobro de impuestos al lado del Gobierno y a la vez asesorar a quienes tienen la obligación de pagar tributos.

El Ministerio de Hacienda responsable directo de convocar la Misión Tributaria no debe esperar a que lleguen las necesidades tributarias para hacer la tarea en que se comprometió para con los contribuyentes; esa buena idea, que es un punto de inicio para reducir nuestro estatuto tributario, es más que un compromiso y no se le puede dejar al próximo jefe de la cartera ni mucho menos al Gobierno venidero. Las autoridades económicas nacionales deben lograr que en Colombia no solo se hable de impuestos ad portas de los proyectos de ley que elevan los impuestos, hay que sensibilizar más con proyectos como los de la Misión sin necesidad de que de allí salgan más impuestos.

Es una urgencia muy sentida entre los empresarios que el Estatuto Tributario sea más concreto, que se le retiren las normas contables y que se camine hacia la flexibilización y facilidad de pagos. Para llegar verdaderamente a un sistema amigable de impuestos se deben cruzar muchas bases de datos, un paso muy sofisticado que debe empezar a explorarse para beneficio de los contribuyentes.

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