Menos de 50 millones de colombianos

Queda mucha tela por cortar de los resultados preliminares que se desprenden del censo de población que adelantó la pasada administración y que ahora sorprenden por lo descachado de los pronósticos iniciales ¿Qué le sucedió a las proyecciones poblacionales del país? ¿Cuántos colombianos decidieron irse de Colombia en los últimos años? ¿Qué zonas rurales se han despoblado en la última década? ¿Hay que fusionar municipios y repintar el mapa político de la Colombia del siglo XXI? ¿En qué regiones se concentra el grueso de la población urbana? ¿Cuántas mujeres hay? ¿Cuántos niños? ¿Somos más viejos? ¿Es cierto que 70% de la población tiene menos de 40 años? Los interrogantes que surgen de los datos no concluyentes del Censo de Población 2018 son casi innumerables, así como las críticas a las metodologías usadas como el censo electrónico que fue un fracaso por todos los inconvenientes presentados; a lo que también se suman los problemas de contratación de censistas en varias áreas rurales, en donde varias etnias no se dejaban contar por sus rivales o enemigos históricos.

La principal pregunta es ¿quedó bien hecho el censo de población de la administración Santos? El Dane presentó la segunda entrega preliminar de los resultados en el que entre las personas censadas y las estimaciones por personas ausentes, se encontró que Colombia tendría 45,5 millones de personas, casi cinco millones menos de las que se esperaban en un comienzo, es decir, se esfumó de las proyecciones iniciales una ciudad casi del tamaño de Cali y Medellín unidas. Esta cantidad de personas estaría 9% por debajo de las proyecciones que se habían realizado. Según los resultados, con una cobertura de 98,9% de manzanas, demostraron que la población colombiana está envejeciendo, ya que cada vez hay más adultos mayores por jóvenes menores de 15 años. Un dato clave para las políticas públicas para reducir la inequidad intergeneracional.

Algo muy desconocido está sucediendo en Colombia o algo extraño se ha venido cocinando desde hace una década, de lo cual no nos hemos enterado y está en manos del Dane resolver estas inquietudes para poder diseñar buenas políticas públicas en cada municipio, departamento y en el país en general. En los últimos cinco años, 19% de las personas que han llegado de Venezuela se han concentrado en Bogotá y 11% en el Atlántico; una nueva población que llegó para quedarse y que debe empezar a contarse, pues la inmensa mayoría son nacionales hijos de colombianos que emigraron en los años 70 y 80 al vecino país para desarrollar una mejor vida y es un compromiso histórico y generacional acogerlos con todos sus derechos.

El censo presentó varias dificultades, pero no por eso se debe descalificar. Sólo que en manos de la actual administración está mejorarlo o desarrollar nuevas estadísticas para precisarlo y que se convierta en una herramienta más útil. Quienes más se deben preocupar por la calidad de las cifras arrojadas por el censo poblacional son los congresistas, pues los resultados del conteo se deben convertir en una ley que refleje las necesidades del país. El Gobierno Nacional, con el Dane y Planeación Nacional a la cabeza, deben tomar los datos concluyentes del estudio y analizarlos para poder enfocar el Plan de Desarrollo y la asignación de recursos de cara a una nueva realidad poblacional.