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La dispersión de objetivos comunes es evidente dada la cantidad de gremios de la producción que deben trabajar hombro a hombro con el Gobierno para beneficiar a todos los asociados
Se equivocan quienes empujan a los empresarios, banqueros, emprendedores y gremios de la producción a pelear con el Gobierno Nacional. Hay quienes sueñan con que sean los jóvenes emprendedores y/o consolidados cacaos empresariales quienes sean los sparring de una administración claramente confrontacional con el establecimiento y las mismas instituciones.
Son los políticos tradicionales quienes quieren que los hombres de negocios y de la banca se suban al ring contra el presidente Petro para desgastar más al país y acentuar el frenazo de la economía; lo que quieren los politiqueros y algunos populistas del mismo sector privado es que alguien pague la cuenta de su desgaste electoral y que los actores de la economía den la pelea que ellos perdieron en las urnas o que son incapaces de dar en la opinión pública, pues no leen con claridad lo que sucede en Colombia.
El Presidente volverá a reunirse con el Consejo Gremial, que reúne a más de 30 gremios de todos los sectores, para hablar sobre la concertación; una tarea bien complicada que no se entiende cómo funciona con unos ministros con una agenda ideologizada que busca reducir el papel del empresariado y de las empresas en el concierto nacional.
Los ministros de Salud, Trabajo y Hacienda tienen una agenda muy distante del sector productivo en términos del papel del Estado en los sistemas laboral, de salud y pensional y no se han sentado a trabajar a fondo en su marco regulatorio más adecuado a la época que vivimos; quizá sea el momento para que el Gobierno en pleno y los gremios todos (hacen falta los casi 40 gremios de Aliadas), lancen una gran reconciliación, trabajo en equipo por el país en el que brille la generación de empleo, la reducción de las precariedades, la disminución de la pobreza y el avance general en todas las regiones.
Concertar es bien complicado en medio de muchos funcionarios cazados con la idea de que el Estado debe ser jugador principal en el mercado de la solución de las necesidades básicas de las familias, mientras que los gremios velan por su papel en una economía de libre mercado en donde el Estado solo sea garante de la libre competencia, la empresa y el desarrollo de las personas.
Ni los empresarios son el contrapeso de los gobernantes, ni los gobernantes la competencia de los empresarios, máxime en una coyuntura generacional que tiene otras prioridades como es bajar la pobreza, generar empleo, aumentar el crecimiento, dar estabilidad a las inversiones, la seguridad jurídica y tributaria, además de recuperar el grado de inversión que perdió Colombia en la última administración.
Nunca antes hubo una administración de izquierda que tiene unas prioridades sociales muy marcadas y que ha dejado ver en su agenda legislativa, ahora los gremios deben hacer valer su papel y lograr con el diálogo un cambio de velocidades, pues no todo puede ser a la brava como han querido algunos ministros.
Concertar las reformas es más que necesario para que Colombia avance sin aspavientos, sí se necesita modernizar los regímenes laboral, de la salud y pensional, pero sensibilizando los cambios con el menor daño posible. Si se mira, el grueso de las tutelas tiene que ver con esos tres pilares: salud, trabajo y pensiones, lo cual es un simple dato de que el país necesita reformas, pero nunca a la fuerza como algunos quieren.
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