Los bandazos en el cobro de impuestos

Colombia es un país donde muy pocos pagan un puñado de impuestos, siempre la carga tributaria recae entre los mismos de siempre: los empresarios y los empleados formales; mientras hordas de informales, tanto personas naturales como jurídicas, amasan sus fortunas por fuera de un sistema tributario inequitativo, regresivo, obsoleto, vetusto y desigual, que no se toca estructuralmente desde más atrás de la Constitución de 1991.

La tecnocracia colombiana saca pecho en foros nacionales e internacionales del buen manejo que se hace de las políticas fiscales, pero siempre omite el raquítico sistema tributario que tienen que enfrentar los ministros de Hacienda, que de paso son los responsables de ese problema.

Por varias décadas la noticia de economía siempre tiene que ver con que es necesaria una reforma tributaria estructural, para la cual se convocan misiones de sabios, comisiones de expertos y mesas de trabajo, que nunca son tenidas en cuenta ni por el Congreso de la República ni por el mismo Ejecutivo.

La administración Petro ha tenido que disponer de cuatro ministros de Hacienda, Ocampo, Bonilla, Guevara y Ávila, mientras que en la Dian, ha renovado cuatro directores: Reyes, Villabona, Llinás y ahora Betancourt, dando muestras de los bandazos en el manejo tributario, que por estos días ha sido especialmente errático, una reforma tributaria que es inoportuna, que no soluciona muchos problemas, pero que nuevamente se ensaña con los mismos de siempre.

Es urgente que el sistema tributario experimente un revolcón sin precedentes, para eso tiene que haber un Congreso estudioso, responsable y no negociante; y un Gobierno líder que logre seducir la necesidad de equilibrar el sistema tributario colombiano muy enfocado en cobrarle impuesto a las ventas, impuesto a la renta en el que siempre quedan por fuera los expertos en el lobby y que reforma tras reforma han negociado exenciones que dan paso a elusiones, actitudes que no dejan que el recaudo en Colombia supere los $300 billones anuales.

Ahora que hay subienda de candidatos a la Presidencia, más de un centenar y un par de millardos de aspirantes a la Cámara y al Senado, es oportuno recomendarles que con el tema de los impuestos no se juega, que el país tiene que actualizarse tributariamente, que la Colombia de 2025 y 2026 es distinta a la de hace 10 años y que sectores como las plataformas tecnológicas, los juegos en línea, los nuevos sistemas de movilidad, el comercio electrónico y todas las novísimas alternativas que brinda la cuarta revolución industrial deben ser susceptibles de actualización tributaria; solo hasta allí ya habría una reforma tributaria de unos $15 billones, por tanto, no es admisible que se cargue con tributos a los emprendedores que hacen uso de nuevos sistemas de pago para poder armar sus nuevos negocios.

La desatinada idea de castigar el sistema de pagos interoperables que puso a andar el pasado septiembre el Banco de la República es una muestra de borrar con el codo lo que se hace con la mano, favorecer las economías ilegales y traumatizar las ideas que construyen una Colombia mejor y más digital.

La Dian y el MinHacienda tienen que ponerle un cronograma a largo plazo de nuevos tributos al Bre-b y a las llaves, no ponerle impuestos cuando la gente no sabe de qué se trata, una idea que lo único que busca es hacer una economía más transparente.