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Las denuncias del Dane de haber sufrido varios ataques a sus bases de datos y los sistemas de información donde reposan las cifras de la economía, se convierten en una grave alerta
El pasado 9 de noviembre el Departamento Nacional de Estadística, Dane, sufrió un ataque cibernético que generó una alteración a la base de datos de la entidad y bloqueó el acceso a los servidores informáticos. El suceso fue puesto en manos de las autoridades competentes y se espera que los resultados de las investigaciones no demoren en llegar a los medios de comunicación.
La noticia no es un hecho aislado y sin importancia, cosa que se puede pensar al no registrarse víctimas fatales ni robos. El grave problema es que el suceso pone al descubierto la vulnerabilidad de las entidades colombianas y de todas las instituciones que no deben disponer de los recursos suficientes para evitar los ciberataques, es más, no deben contar con los ingenieros idóneos para montar sistema de protección.
Muchos ministerios, agencias y empresas del Estado, ni siquiera se dan cuenta de su vulnerabilidad informática, situación que se convierte en una alerta temprana sobre lo que le puede ocurrir al país si los datos de la Fiscalía, los altos tribunales, las cortes, la Registraduría, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, la Dian o simplemente las secretarías de tránsito de cualquier municipio son víctimas de los hacker; muchos de los cuales son trabajadores internos, mientras otros cometen sus delitos desde el exterior.
Bien es sabido en el oscuro mundo de la piratería y de la delincuencia que en Colombia se ofrecen documentos falsos, se borran impuestos, se adulteran archivos o se falsea información al mejor postor, pero estos “pequeños” delitos cibernéticos pueden ir escalando a grandes proporciones y poner en jaque la idoneidad de alguna entidad o institución.
La economía está en manos de las nuevas tecnologías, cada vez es más popular el discurso de la digitalización de todos los procesos y del gobierno en línea, pero la cuestión en estos momentos es qué tan seguras son todas esas actividades oficiales. No es un hecho menor lo que le ocurrió al Dane, y más aún, muchos de los ataques informáticos nunca llegan a la luz pública porque se ocultan o los responsables delincuentes ocupan los servidores, las bases de datos, los archivos de manera permanente sin que nadie identifique que los sistemas están capturados o controlados por individuos ajenos al Estado.
Ojalá lo que le sucedió al archivo general de la estadística en Colombia, sea un ejemplo para tomar medidas de protección, pues muchas actividades cotidianas se han trasteado a internet; es ya masivo el uso de los pagos con celulares, los hogares caminan hacia la conversión de casas inteligentes, las redes sociales son el nuevo entretenimiento, se guardan todos los datos en la nube y los consumidores están a merced de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías que van surgiendo. Y casi nadie alerta sobre la vulnerabilidad digital, sobre el riesgo del país en el ciberespacio, una situación que bien vale la pena repasar y tomar acciones para mejorar.
Los métodos de ataque digital son cada vez más sofisticados por unos piratas informáticos de cuarta generación que tiene mayor facilidad y herramientas para acceder a cuentas de correo corporativas, a claves de archivos y toda suerte de redes sociales como rendijas por donde entran a cometer sus fechorías. Los ciberataques son una de las dos o tres mayores amenazas para la economía actual.
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