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EDITORIAL

La paz es la mejor opción de crecimiento

martes, 18 de septiembre de 2012
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Muchos países han demostrado que ponerle fin a sus conflictos internos los dispara en lo social y lo económico

Muchos países han demostrado que ponerle fin a sus conflictos internos los dispara en lo social y lo económico

Buscar la paz y prosperidad son dos asuntos que deben ser prioritarios para cualquier gobernante que verdaderamente quiera una mejor calidad de vida para sus gobernados. Y ha sucedido que cuando una nación, cualquiera sea su grado de desarrollo y su ubicación geográfica, cuando logra ponerle fin a un conflicto interno se dispara no solo en su crecimiento económico, sino en la percepción internacional de su nombre.

Así le ha sucedido a un buen número de países que, cuando logran acuerdos duraderos de paz, ponen fin a décadas de guerras sociales en su territorio, logran empezar a figurar en el mapa de oportunidades económicas y de mayor crecimiento anual no solo en su PIB sino en su ingreso per cápita. En países tan diferentes como Gran Bretaña o Malasia, la paz ha sido la clave para que su gente tenga más ilusión y esperanza hacia el futuro. El punto está en que el menor riesgo le permite a la economía desarrollarse mucho más, máxime en el sector de la infraestructura.

En Sudáfrica y Vietnam sucedió lo mismo antes y después de sus pugnas locales. Y en países del vecindario como Nicaragua, El Salvador o Perú, también se notan las diferencias de una economía en medio de la guerra interna y otra próspera en un país en paz, o por lo menos luchando con las identificadas bandas criminales sin estructura militar. Hay casos en los que la paz termina siendo muy rentable, no solo por la confianza, sino por el dinero que entra de ayudas internacionales para los más afectados por el conflicto. Las mujeres, los niños, las minorías étnicas son las más vulnerables y son los sectores de la población que más notan los beneficios de un país en paz.

Hay otro elemento que se conoce como ‘dividendo por la paz’ que es se define como la redistribución de los recursos económicos que el Gobierno Nacional y los empresarios le asignan a la guerra, y que en tiempos de paz deben destinarse a otros programas sociales. Particularmente a la reinserción, la educación y los proyectos asociativos que incluyen a los actores armados. Lo más triste, pero a su vez más retador para un país de 46 millones de habitantes como Colombia, es que la paz nacional puede ser de muy alto impacto internacional y afectará a la región en lo económico.

Si en medio de la guerra que afecta crucialmente a las zonas rurales se crece a un ritmo del 4%, se puede esperar que en tiempos de paz y con la obligada redistribución del dinero que se invierte en guerra, el país puede alcanzar crecimientos sostenidos similares a los de Perú del 7% en promedio, una cifra que sacaría a millones de colombianos de la informalidad y a otros tantos de la pobreza extrema. Por donde lo mire la paz no solo es una obligación para el gobernante de turno, es un negocio para todos los colombianos. Así lo han demostrado muchos países.

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